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En la abstención confluyen diversas clases de omisión electoral,  que obedecen a distintas motivaciones. La causada por la incapacidad física o mental, o por la absoluta marginación social, permanece casi invariable. En las modernas  sociedades, bien informadas y con fácil acceso a la votación, tiende a disminuir. La llamada abstención técnica,  para distinguirla de la voluntaria, es inferior al diez por ciento. Por eso el umbral crítico de la abstención consciente se cruza, en los países europeos,  cuando sobrepasa el tercio del censo. Lo que ocurre cuando la abstención total supera el cuarenta por ciento.   El problema está en que la abstención voluntaria, al tener también distintas motivaciones, incluso opuestas, no produce un colectivo social homogéneo, susceptible de ser movilizado en una sola dirección contra el Régimen o la ley electoral  que rechaza. Por ello, solo son dignas de respeto político la abstención moral o anarquista y la abstención inteligente o democrática. La primera, la de los abstencionistas por principio es poco elástica y no suele rebasar el diez por ciento. La segunda, la de los abstencionarios, para deslegitimar el Régimen, es muy elástica. Engloba a los opositores al sistema de poder, para sustituirlo por la democracia representativa, y a los objetores de conciencia que votan o no en funcion de la coyuntura. Estos últimos han sido conducidos a las urnas en las recientes elecciones, como rebaño al abrevadero, por la intensísima campaña estatal de miedo a ETA y a los nacionalismos regionales. Un miedo que no existió en el referéndum del Estatuto de Cataluña. El número de abstencionarios por inteligencia politica de lo que es democracia y libertad de voto no ha disminuido.   Carece de todo fundamento objetivo la depresión postelectoral en un movimiento exclusivamente político, como el MCRC, que pide la abstención como táctica deslegitimadora del Régimen partitocrático, pero no como estrategia de su futura acción democrática. A pesar de la alta participación, lo más significativo es que, después de las elecciones, nunca han sido tan numerosas las voces que piden un cambio de la ley electoral (todos los partidos perdedores) o incluso de la Constitución, como Ansón en su último artículo en El Mundo y otros conocidos perioditas en diversos medios.   florilegio "Le sucede a la abstención electoral como a las omisiones en los libros de éxito. Nada se puede corregir o completar en lo que expresan, pero todo lo excelente o lo bueno se puede poner en lo que omiten. La actual omisión de los abstencionarios es la promesa del artista al noble material de su obra."

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