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Pozo petrolífero (foto: angiepn) La civilización energética, la sociedad de consumo (tal como hemos visto con la huelga de transportistas y el desabastecimiento), están gobernadas por el precio de los barriles de petróleo, cuyo unidad ya roza los 140 dólares. La debilidad de la divisa con la que se paga el crudo no contribuye a enfriar el mercado del combustible. El mayor alíado petrolífero de Occidente, la monarquía saudí, garantiza un aumento de un 6% en su producción, al que podrían sumarse otros socios de la OPEP.   La palabra “técny” es de origen griego y significaba al mismo tiempo, arte y hacer, estatua y máquina, filosofar e inventar; en el mundo contemporáneo hemos asistido a la entrada de un nuevo eón: el de la técnica universal y la movilización total. El Ejército va cediendo el paso a la industria y los soldados al material de guerra. Ortega acusaba a Spencer de haber opuesto al “espíritu guerrero” el “espíritu industrial”, ligando a éste toda una “ética” considerada superior a la del guerrero, y que es la que hoy nos rige. ¿Quién ha de dominar, y cómo, a la Tierra unificada por la técnica?   Desde la segunda guerra mundial, EEUU ha puesto en pie una estructura de poder basada en la estrecha alianza de intereses industriales y científicos con estrategias y tecnologías militares: el “complejo militar-industrial” (Einsehower). El desarrollo de las potencias emergentes (China, India) no parece desmentir la tesis sobre el carácter históricamente irreversible de la evolución militarista de un Estado industrial. Desde Aristóteles, los asuntos estatales continúan vinculados a los hechos militares.   La civilización técnica ha despertado el interés mundial por cuestiones tan decisivas para el porvenir de la Humanidad como las ecológicas, que la rigideces ideológicas del marxismo y el liberalismo, han sofocado durante el último siglo. Aunque las grandes revoluciones están encuadradas en largos periodos de evolución, no podemos descartar una “flexión de los tiempos” o el momento en que un tiempo viejo está sacado de quicio u obligado a plegarse a las necesidades impuestas por un tiempo nuevo. Según el autor del Estudio de la Historia (Toymbee), tres son las causas del colapso de las civilizaciones: una pérdida del poder creador en la minoría dirigente, de la que se aparta la mayoría mimetizada que la ha tenido como modelo y el consiguiente resquebrajamiento del consenso social.

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