Patera (foto: Chodaboy Otros quince sabidos. Los inmigrantes llegan muertos hasta las costas españolas, porque es duro atravesar el mar sin más rumbo que la desvergüenza de querer vivir un poco mejor. Los inmigrantes llegan medio vivos a los partidos políticos, porque es duro integrarse sin humillación; sobre todo si es lo único que se conoce. Los Gobiernos intercambian emigrantes por contratos comerciales y simpatías populares. Los españoles respetamos lo que no es tan siquiera tolerable para que el mandamiento del colorido otorgue apariencia de diversidad al monolítico constructo del poder europeo. Si el congreso del PSOE hubiera instituido la Subsecretaría de Pateras, todos contentos. La Subsecretaría con vistas al mar estaría compuesta por cuatro secretarias y dos ujieres, además del titular del departamento. Todos de colores diferentes en la piel y en el alma, porque las panorámicas ahora se denominan “visibilidad” y ya no sirven para encontrar horizontes, sino para que los memos encuentren variedad: mujeres amoratadas, negros, amarillos y rojos; homosexuales e inválidos; rockeros cuáqueros y animistas de tradición bantú. ¿No fondean estas hermosas pateras en la bahía de la mímesis? Ninguna crisis anunciada hará que dejen de llegar quienes nacieron en el pulso crónico de la quiebra. La civilización política consiste en la transformación que sufre el conjunto de valores y tradiciones que afectan al individuo comprometido con la sociedad. Es la renovación –acumulativa- de la ontología identitaria (como dicen los freudomarxistas) de cada uno de sus componentes. Este camino de ciudadanía se inicia antes de la aparición de las ciudades, porque proviene de la necesidad de organización social y perdurará mientras los intereses del individuo no coincidan exactamente con los de lo público. Tan irrefrenable como el hambre y un destino más sagrado que el Grial para los que son apátridas desde su paupérrimo nacimiento: podrán comer y ser, porque creen que la dignidad también les espera en las playas europeas. La corriente los llevará hasta el asesoramiento de la Subsecretaría, donde amables seres de partido podrán informarles sobre lo que significa que las criaturas de las profundidades te hayan devorado los ojos, después de décadas flotando boca abajo.
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