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En las elecciones legislativas nacionales, aunque no sean representativas de la sociedad civil ni de los electores, y aunque los votos no tengan el mismo valor en todas las regiones, acuden a las urnas alrededor de dos tercios del censo porque con ellas se renuevan o cambian los gobiernos de partido. El tercio restante se abstiene porque no quiere votar en un sistema de listas de partido que niega la posibilidad de elegir representantes personales de cada distrito electoral, y también porque rechaza que los gobiernos sean elegidos por los partidos presentes en el Parlamento, y no por sufragio directo de los gobernados. Dicho con términos simplificadores, participan en las votaciones los partidócratas y los oportunistas, se abstienen los demócratas y los indiferentes.   Las elecciones europeas carecen del alcance político y del simbolismo de poder que tienen las elecciones nacionales. En primer lugar, sus resultados no afectan en modo alguno a los órganos ejecutivos de la UE -Comisión y Consejo-, designados por los Gobiernos nacionales. En segundo lugar, el Parlamento europeo no tiene siquiera el poder legislativo de un parlamento nacional. Se pueden contar los casos excepcionales donde Bruselas ha sido derrotada por Estrasburgo. Y en tercer lugar, la UE no es aún poder político unitario, constitucionalizado en el interior y reconocible en el exterior. En consecuencia, las elecciones a su Parlamento carecen de todo simbolismo de poder que las haga atractivas a las masas ajenas a la vida burocrática de los partidos. Por estas tres causas, la abstención en las elecciones europeas no tiene el mismo significado ni la trascendencia política que tendría en las legislativas nacionales. Lo cual no quiere decir que carezca de importancia, sobre todo si aumenta significativamente respecto de la anterior. Para Europa en general, la última encuesta indica una abstención del 66% (en 2004 fue el 55,5) y para España, del 73%. Si se cumple esta previsión, se confirmaría que, ante la impotencia de la UE frente a la crisis económica, los oportunistas españoles se separan de los partidócratas, a fin de que sean éstos quienes acudan solos a las urnas para dirimir la hegemonía electoral entre el PSOE y el PP, como ensayo general de las próximas elecciones nacionales. Lo cual abriría un nuevo campo de acción a los demócratas para atraerse el apoyo del oportunismo inteligente, del que sepa aprovechar la quiebra del sistema electoral de listas, creador de la incompetente y corrupta partidocracia, responsable de la crisis económica, para ir cuanto antes a la libre elección de diputados y elección directa del poder ejecutivo.   florilegio "Con la abstención electoral, el oportunismo espera la ocasión de encontrar posiciones de ventaja cuando la situación política actual entre en crisis."

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