Claro

Oscuro

Año nuevo, vida vieja. Lo nuevo está en la renovación infantil de las ilusiones; lo viejo, en la persistencia senil de las habituaciones. La esperanza política no se nutre del ensueño gobernado de estar en el mejor de los mundos posibles (no porque sea óptimo o el más bueno, sino porque es el único pensable bajo la tradición del Estado autoritario), ni de las rutinas gobernantes (no porque éstas sean malas o pésimas, sino porque tienen la dimensión ontológica de lo existente). Si la idealidad realizable (no el ideal inalcanzable) es, como creemos los repúblicos, la libertad politica colectiva, el modo de conquistarla no puede andar por caminos empedrados de ilusiones y rutinas. Pese a lo cual, cuando esta idealidad logra asomarse a la ventana de lo público, sin que lo estatal la interfiera, como ha sucedido con la rendija abierta por la emisión radiofónica Libertad Constituyente (107.0), se produce la revolución cultural y silenciosa que contagia de verdad y lealtad a la parcela de realidad afectada. Esos valores se hacen ahí naturalmente hegemónicos. Lo cualitativo no se mide por su cantidad, sino por su intensidad. La belleza y la ética de la libertad colectiva nunca habían tenido antes tan fulgurante reconocimiento público. Y los héroes de esa nueva libertad salen del anonimato con ánimo sereno y sin afán de poder sobre otros.

Pero nosotros, repúblicos, no miramos hacia atrás para renovar nuestra voluntad de esfuerzo con la complaciente visión de lo conseguido. Tan solo hemos superado uno de los continuos obstáculos que se oponen, y se opondrán cada vez con mayor firmeza, al logro de la excelencia en el arduo camino de la vida política. Esta mirada retrospectiva, tan practicada en las interminables escaladas escalonadas del alpinismo, puede ser útil para las andanzas individuales, pero es un espejismo de sutilidad en las empresas colectivas. Especialmente en las altruistas, donde todo es un continuo comenzar. Sin embargo, desde el final de la guerra civil hasta hoy, los medios de comunicación no cesan de ensalzar la beatitud de las malas hazañas fundadoras de la dictadura, con el triunfo en una Guerra civil donde todo fue pérdida, o de la partidocracia, con el consenso en una Transición donde todo es reparto, para ocultar, justificar y edulcorar la ausencia de libertad politica colectiva en el presente.

Nuestro actualizado DIARIORC no se plantea retos, sino la obligación de continuar difundiendo la necesidad de un período de libertad constituyente, donde los gobernados elijan la forma de Estado y de Gobierno que prefieran. No perderemos el tiempo en destruir la opción monárquica. Esa tarea la hace, y la hará mejor que nosotros, el propio titular de la Corona.

Fotografía de Elena Sánchez

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