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Hace aproximadamente un año, publique un artículo en este mismo Diario dirigido al gallego Rajoy con motivo de un debate televisivo, en el que el líder popular, hizo gala de lo que realmente esta demostrando como gobernante. Ser un incompetente y un aventajado impostor.

Los acontecimientos que diariamente suceden este País, son de tal gravedad, que dudo seriamente de la capacidad de indignación del ciudadano español. Es tal el cúmulo de despropósitos, incumplimientos y desvaríos de la clase política que no se vislumbra un final feliz con esta manada de incompetentes, de arribistas y corruptos personajes que han evidenciado sobradamente su nula capacidad de gestión para sacarnos de esta crisis política y económica.

Sin pasión de indignarse por la falta de libertad y de justicia, no se puede ser ni libre ni justo. Y la propensión actual de todos los partidos, es negar la realidad de los hechos visibles y no decir la verdad sobre lo que esta sucediendo, impidiendo toda posibilidad de control por parte de la sociedad civil, al haber esterilizado la libertad política como arma de control del poder.

Los actuales gobernantes, bajo la excusa de rescatar al sector financiero y combatir la recesión económica, gastan a raudales el dinero de los contribuyentes destinándolo a favorecer a entidades financieras que ellos han mal gestionado y quebrado, y como recompensa  blindan con sueldos millonarios en una clara provocación social, a los responsables directos de esta tropelía. Algo inaudito e imposible de concebir en un estado democrático. Pero al mismo tiempo que se aseguran estas prebendas insultantes para la casta política y financiera, articulan en paralelo una disminución drástica  del gasto en I+D, sanidad y cultura, suben los impuestos, congelan los salarios y pensiones, dictan medidas para el retraso de la jubilación, bloqueando a la juventud el acceso al mundo laboral y en definitiva, no son capaces de generar las condiciones optimas para el crecimiento económico y la disminución drástica del desempleo.

Los partidos y los sindicatos estatales, aceptan estos planes reaccionarios del gran capital, por su falso compromiso con un sistema democrático real. Planes drásticos que se evitarían  con la supresión de innecesarios ministerios, comunidades autónomas, cargos públicos, asesores, consejeros, delegados gubernamentales y demás gabelas de la casta parasitaria que nos desgobierna.

Ahora mas nunca,  los certeros análisis que viene defendiendo desde hace muchos años, el maestro D. Antonio García Trevijano, se han hecho realidad y como magistralmente ha reflejado en su ultima obra; Teoría Pura de la República, algún acontecimiento dramático, venido del azar o de la represión, puede transformar, en un instante de fulgor, la sumisa mentalidad de masas en animosidad social de rebelión contra este poder corrupto y oligárquico. Pero esta vez sabiendo a priori que estos partidos y estos sindicatos, instalados en el Estado y subvencionados por el contribuyente, son sus definitivos adversarios.

Los pocos intelectuales y periodistas, esos que denuncian y condenan la corrupción , esos que se rasgan sus dignas vestiduras porque el Gobierno puede violar con total impunidad el Estado de derecho, la independencia de los jueces y de los medios de comunicación estatal, esos mismos que se interrogan en privado sobre la validez de la Monarquía para defender la unidad nacional y la honestidad de la vida política, esos valientes periodistas e intelectuales no se atreven a decir en público que esta crisis, característica de las oligarquías, tiene que ser forzosamente institucional si el Gobierno, haga la fechoría que haga, no puede ser cambiado mientras controle a la mayoría parlamentaria. Por el solo hecho de que en España esté pasando lo que está pasando, sin que existan instituciones para evitar la corrupción general y para impedir que el poder ejecutivo se adueñe del poder legislativo y del judicial, para procurar que sea la sociedad civil, y no la sociedad política, la que esté representada en el Parlamento, esto no es en modo alguno, ni puede ser llamado una democracia. Reconocer esta verdad irrefutable es la primera condición para encontrar una salida democrática y pacífica a la situación que tiene atenazada en la impotencia y la degeneración a la sociedad política.

Finalizo con un pensamiento del gran Albert Einstein, que debería de hacer suyo este inútil presidente, llamado Mariano. Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. Es decir, nada, salvo jugar con la ciudadanía.

 

                                                               Juan Seoane

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