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Seguimos en éste el camino iniciado en el artículo anterior («XX»), disfrutando de la inteligente, expresiva y transparente compañía de Heinrich Heine (cuyas citas entroncan, a su vez, con las recogidas en «XVII»), y de Hannah Arendt. Hoy nos acompañan, además, un antiguo vecino (como Arendt) de Köningsberg, Immanuel Kant, y una tercera persona de ascendencia judía, Karl Marx. Éstos dos últimos son, quizá, los pensadores más influyentes en la fracasada historia política de la Europa moderna (que ha sido, de hecho, la historia de la moderna anti-política).

Nos dice Hannah Arendt (1951): “Kant [con su “plan oculto de la Naturaleza”] y Hegel [con la “astucia de la Razón”] tenían que recurrir a este comportamiento extrañamente sutil de la Providencia porque, por un lado asumían, junto con la tradición, que la acción política como tal tiene menos relación con la verdad que cualquier otra actividad humana y porque, por otro lado, estaban enfrentados con el problema moderno de la Historia que, […para la «moderna» filosofía] es comprensible de modo uniforme y, de esa forma, aparentemente «racional»”(1).

Y, continúa Arendt: “Existe tan sólo una diferencia esencial entre Hegel y Marx […]: Hegel proyectó su visión histórica del mundo sólo hacia el pasado […]; Marx la proyectó «proféticamente», en dirección contraria, hacia el futuro, y entendió el presente tan solo como un trampolín […como] principio real y funestamente anti-político de la política.[…] Al convertir la dialéctica en método, Marx la liberó de aquellos contenidos que la habían retenido dentro de unos límites y que la habían ligado a una realidad sustancial. Y, al obrar así, hizo posible el tipo de pensamiento procesual tan característico de las ideologías décimonónicas y que desemboca en la lógica devastadora de esos regímenes totalitarios cuyo aparato de violencia no se sujeta a las constricciones de la realidad”(1). [«XIII»]

 Heinrich Heine (1831): “En la filosofía habríamos cerrado, felizmente, el gran ciclo [con Hegel] y es natural que ahora pasásemos a la Política. ¿Seguiremos aquí con este mismo método? ¿Inauguraremos el curso con el «Comité de Salud Pública» o con el sistema del «Orden Legal»? Estas preguntas hacen temblar a todos los corazones y, quien ha de perder algo querido, aunque sea tan solo la propia cabeza, susurra con inquietud: ¿será la revolución alemana una revolución seca o será una revolución mojada en sangre?””(2a).

 Heinrich Heine (1834): “De la gran revolución religiosa representada en Alemania por Martín Lutero [nació] la revolución filosófica […que estalló] por obra de Immanuel Kant. […] Schelling fue, igual que Kant y Fichte, una de las grandes fases de nuestra revolución filosófica, que en estas páginas he venido comparando con la revolución política en Francia.[…] Aparece entonces [Hegel], un pensador más grande que desarrolla la filosofía de la Naturaleza hasta convertirla en un sistema completo, explica con esta síntesis el mundo entero de los fenómenos, complementa las grandes ideas de sus predecesores con ideas aún más grandes, las lleva adelante vertebrando todas las disciplinas y las fundamente así «científicamente»”(2). [«XV»]

Continúa Heine (1834): “La revolución alemana no será más suave ni comedida por el hecho de que la hayan precedido la crítica kantiana, el idealismo trascendental de Fichte y hasta la filosofía de la Naturaleza. Por estas doctrinas se han desarrollado fuerzas revolucionarias que sólo esperan el día en que puedan mostrarse y llenar al mundo de admiración y espanto. Aparecerán kantianos que tampoco querrán saber nada de compasión en el mundo de lo fenoménico y revolverán sin misericordia el suelo de nuestra vida europea con la espada y con el hacha, hasta arrancar las últimas raíces del pasado. Entrarán en escena fichteanos armados que, en su fanatismo de la voluntad, no son refrenables ni por el temor ni por el egoísmo(2).

Seguimos con Arendt (1953): “El socialismo, hablando con propiedad, no es una ideología mientras describe la lucha de clases, […] se convierte en ideología únicamente cuando pretende que toda la Historia es una lucha de clases, que el proletariado está determinado por leyes eternas a vencer en esa lucha, que aparecerá entonces una sociedad sin clases y que, finalmente, el Estado desaparecerá. Dicho en otras palabras, las ideologías son sistemas de explicación de la vida y del mundo que pretenden explicarlo todo, el pasado y el futuro, sin necesidad de ulterior contraste con la experiencia efectiva.”(3)  XIV»]

Vuelve Heinrich Heine (1834): “Pero aún más espantosos [que los idealistas trascendentales], serán los filósofos de la Naturaleza interviniendo activamente en una revolución alemana e identificándose ellos mismos con la obra destructora.. Pues si la obra del kantiano golpea fuerte y segura porque su corazón está libre de todo respeto tradicional, y si el fitcheano resiste todo peligro valerosamente porque para él la realidad empieza por no existir, el filósofo de la Naturaleza será terrible porque se encuentra en contacto con las fuerzas primigenias de la Naturaleza, porque puede conjurar las fuerzas del antiguo panteísmo germánico y porque en él se despierta entonces aquel gusto por la lucha que hallamos en los viejos germanos; y que no lucha por destruir ni por vencer, sino por luchar.(2)

Recordemos ahora lo que escribía Karl Marx en 1844: “Este comunismo  es, como completo naturalismo = humanismo; como completo humanismo = naturalismo, es la verdadera solución del conflicto entre el hombre y la Naturaleza […]. Es el enigma resuelto de la Historia y sabe que es la solución.[…] La esencia humana de la Naturaleza no existe más que para el hombre social […] La sociedad es pues, la plena unidad esencial del hombre con la Naturaleza, la verdadera resurrección de la Naturaleza, el naturalismo realizado del hombre y el realizado humanismo de la Naturaleza.” Y lo que proclamaba, en 1848, el Manifiesto del Partido Comunista: “Los comunistas declaran abiertamente que sus objetivos sólo pueden alcanzarse mediante el derribo violento de todo el orden social hasta ahora existente. (5)XVI»].

Y, finalmente, que se exprese Kant (1784): “Un ensayo filosófico para elaborar la Historia Universal […] descubrirá un hilo conductor que no sólo puede servir para explicar el confuso juego de las cosas humanas o el arte de predicción de los futuros cambios políticos […también para] encauzar tanto la ambición de los jefes de Estado como la de sus servidores hacia el único medio que les puede hacer conquistar un recuerdo glorioso en la posteridad”(6).[«XIV»]

Amigos, ellos mismos se merecen y nosotros merecemos que Hannah Arendt y Heinrich Heine nos sigan acompañando en el artículo siguiente.

 


(1) ARENDT, Hannah. “La promesa de la política”. “De Hegel a Marx”. Ed. Paidós Ibérica, S.A. 2008. [escrito 1951].

(2) HEINE, Heinrich. “Sobre la historia de la religión y la filosofía en Alemania”. Alianza Editorial, S.A. 2008 [escrito 1834].

(2a) Anexo 2. “Introducción al escrito de «Kahldorf sobre la nobleza, en cartas al Conde M. Von Moltke» [escrito 1831].

(3) ARENDT, Hannah. “Ensayos de comprensión. 1930-1954”. “De la naturaleza del totalitarismo. Ensayo de comprensión” [escrito 1953]. Caparrós Editores, S.L. 2005.

(4) MARX, Karl. “Manuscritos de economía y filosofía”. Alianza Editoral, S.A. 2010. [escrito 1844].

(5)MARX, Karl; ENGELS, Friedrich. “Manifiesto del Partido Comunista”. Alianza Editorial, S.A. 2012. [Ed. original: 1848].

(6) KANT, Immanuel. “Idea para una historia universal en clave cosmopolita”. En libro “¿Qué es la Ilustración?”. Alianza Editoral, S.A. 2011. [Ed. original: 1784].

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