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En los tiempos de bonanza, especulación urbanística por parte del estado y saqueo financiero, en los tiempos de corrupción a lo bestia (programa que podría llevar a la pantalla el canal Xplora, con el mismo formato de “embargos a lo bestia”), Europa crecía como ¿qué?, ¿como entidad política?, ¿como futura gran nación de estados confederados? eso acordaron entre sí los gobiernos partidocráticos, hasta que el único país de la “unión” con sistema político de representación ciudadana, Francia (donde la gente está acostumbrada a tomar decisiones, en lugar de que otros las tomen por ellos), votó no a la falsa constitución europea que se pretendía entrase en vigor.

Europa es un proyecto económico que se ha querido extraer a lo político. Sin embargo, la cuestión no está en la intención, sino en que se haga creer a la gente que algo utópico es posible. Es inédita en la historia la pretensión de unir a decenas de países, con culturas, tradiciones e idiomas diferentes mediante un pacto económico entre estados de partidos subvencionados, bajo la tutela de un patrón, estados unidos, que lo es por derecho como liberador de Europa, primero ante los nazis alemanes y luego frente a los comunistas rusos. La Unión Europea es ficticia porque se funda con un acuerdo entre poderes ilegítimos que no sólo no representan a sus ciudadanos (1), sino que además, abusando de su posición privilegiada en el estado, así como de la impunidad que ésta les garantiza, se han transformado en protectores de grandes grupos económicos, menoscabando los presuntos derechos de la gran mayoría de habitantes de sus países.

A mi entender, hay dos formas de que se pueda dar la unión política de distintas naciones y sus estados, o se produce mediante una imposición violenta, véase el ejemplo del imperio romano, o los más recientes de la segunda guerra mundial o de la URSS, o se lleva a cabo a través del acuerdo legítimo entre las distintas naciones, pactando, con varios referendos la creación de un estado confederado que asuma ciertas competencias, como la defensa común, la vigilancia económico financiera, los asuntos exteriores… cuando añado la palabra “legítimo” hago de nuevo alusión a la representación, a la exigencia necesaria de la aprobación de los pueblos que disfruten de regímenes con forma de gobierno democrática. Si somos conscientes de que en Europa sólo hay una nación que ha constituido la forma de gobierno de su estado tomando ciertas propiedades de la democracia formal, Francia (2), ¿cómo puede darse esa legitimidad necesaria para la confederación de las naciones y por ende de sus estados? no ha lugar.

La Europa de hoy es una utopía que interesa a determinados grupos, una fórmula muy efectiva de control por parte de las minorías y las élites, un embudo que todo lo traga, una mole, un tremendo tinglado al que se le han abierto muchas vías de agua. Y es que se puede engañar a mil personas un día, pero no a una persona mil días. En esta época de analfabetismo político, sólo la verdad nos puede salvar. Divulguémosla sin miedo, es nuestra mejor arma, la única en este momento. La unión europea no existe.

Notas aclaratorias

Entiéndase que para que se dé la representación debe existir la estructura del distrito con elección de único candidato a la asamblea legislativa, porque con listas, ya sean cerradas o abiertas, no se da la representación ciudadana. Fuente: definición científica de la democracia formal desarrollada en el libro “teoría pura de la república” (Antonio García-Trevijano Forte).

Francia no cumple con todas las exigencias de una democracia formal, no se produce la separación entre los poderes ejecutivo y legislativo, porque el presidente electo necesita la aprobación de la asamblea nacional para formar gobierno

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