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Como era perfectamente previsible, y en contra de las indignantes fantasías de Rajoy, que ni dice una verdad ni da una a derechas, la marcha de la economía en el primer trimestre ha sido manifiestamente negativa. Un indicador tan representativo del crecimiento y del empleo como la utilización de la capacidad productiva se ha desplomado hasta el 68,9% desde el 74,1% en el cuarto trimestre de 2012, la cifra más baja desde que este indicador comenzó a medirse hace 50 años, lo que significa lisa y llanamente más paro y menos inversión. Y como la respuesta de Rajoy, cuya capacidad mental ofrece ya serias dudas, está siendo más impuestos, más recortes de pensiones y salarios, y más deuda, el resultado no puede ser otro que una nueva aceleración de la recesión.

Pero no sólo es la actividad productiva. Las ventas de las grandes superficies han caído un 8,1%, frente a una media del 6% en 2012. Ha sido el peor trimestre desde que comenzó la crisis, hasta el punto que el mítico Corte Inglés, cuyas ventas no cesan de caer, tiene serias dificultades de financiación ante la magnitud de su deuda y de sus impagados, un fiel reflejo de la situación económica general. Y al lado de esto, Montoro, que literalmente ha enloquecido, en lugar de intervenir las comunidades autónomas quebradas como había prometido, les envió 60.000 millones de nuestro dinero en 2012 y va a inyectarles 23.000 millones más. Y para que sigan despilfarrando multiplica por tres el límite de déficit, de Valencia y Cataluña en particular, cuyo plan de ajuste es muy sencillo: pedirle más dinero a Madrid.

Adicionalmente, como acaba de denunciar la conocida economista de Harvard Carmen Reinhart, la mujer del momento, en una reciente entrevista a Der Spiegel, resulta inaudito que “la deuda senior de la banca española -la contraída con los bancos alemanes, franceses y holandeses que financiaron la burbuja sin molestarse en analizar nada- no haya sufrido quita alguna, a pesar de que los activos que la garantizaban se han hundido y se siguen hundiendo”.

“El cierre de los bancos era la única respuesta lógica”, añade. En lugar de ello, estos miserables que nos gobiernan, los anteriores y los actuales, han hecho recaer esta deuda sobre los contribuyentes: un robo de dimensiones históricas.

Con una deuda del 400% del PIB el sistema financiero es insolvente

Pero este incremento imparable de deuda financiado por el BCE lleva inevitablemente a algo que he venido denunciando por activa y por pasiva: la insolvencia del sistema financiero como conjunto. Han arruinado a los pequeños ahorradores con la estafa de las preferentes, mientras que han renunciado a pedir responsabilidades a los culpables de la quiebra, como consecuencia de la mayor y más vergonzosa connivencia entre políticos, reguladores y banqueros corruptos de la historia financiera española. Y ahora están en camino de arruinar también a los tenedores de depósitos, pues según la nueva filosofía del Eurogrupo, si un banco quiebra es legítimo que sus depositantes y sus bonistas asuman las pérdidas, pero eso si, después de pagada la deuda senior.

El rescate bancario ha costado hasta ahora 275.000 millones de euros: inyecciones directas de capital, 60.000; avales, 135.000; esquema de protección de activos, 30.000, y Sareb, 50.000, con la posibilidad de llegar a 100.000, o el 26% del PIB. Pero además ocurren tres cosas, a cada cual peor. Primera: la deuda total española, pública y privada, supera el 400% del PIB, una cantidad que jamás será devuelta, y en consecuencia el sistema financiero español como conjunto, que es el acreedor principal, es insolvente. Segunda: la parte más insolvente del sistema es la que ha recibido el grueso del rescate, ergo la mayor parte, un 17% del PIB, no se recuperará, la cifra más alta del mundo. Tercera: el crédito a la economía real, a pesar del multimillonario rescate, experimentó en 2012 la mayor caída en 60 años, y en 2013  el crédito a la economía productiva sigue cayendo en picado.

La economía en el primer trimestre 2013

Aunque todavía faltan datos, los que conocemos dibujan un panorama inequívoco: la recesión se acentúa y nos acercamos peligrosamente a la deflación. Aparte de lo explicado al principio, el índice de producción industrial de febrero fue peor de lo previsto y peor que el de enero. Si lo comparamos con el mismo mes del año anterior es para cortarse las venas: un 6,5% inferior. El indicador de clima industrial de bienes de inversión –el 30% del PIB– acentuó su ritmo de descenso interanual en 1,3 puntos en el primer trimestre de 2013 respecto al cuarto de 2012, hasta el -15,4%. El índice de producción en la industria de la construcción registró en enero una tasa interanual del -1%, casi seis puntos inferior a la de diciembre.

Las exportaciones están disminuyendo significativamente. En 2012, a pesar del triunfalismo del Gobierno, sólo crecieron un 1,7% en términos reales, pero los últimos datos muestran una contracción del 3%. La disponibilidad de bienes de consumo y de bienes de equipo acentúa su caída y, lo que es realmente gravísimo, la financiación al sector privado deflactada cae un 9,4% frente al 7,4% del último trimestre de 2012. Por otro lado, el coste laboral por trabajador retrocedió el 3,2% anual en el cuarto trimestre de 2012, o más de 6% en términos reales. En línea con este panorama recesivo, en los dos primeros meses del año el déficit del Estado sería un 14,9% superior al del mismo periodo del año anterior y la deuda neta en enero y febrero se incrementó en 29.000 millones de euros, la cifra más alta conocida.

Las economías familiares, ante el expolio masivo de las Administraciones y los monopolios, están exhaustas. La tasa de ahorro se ha hundido al 8,1%, el mínimo de todos los tiempos y muy por debajo de la media de la UE. Vamos directamente a la pobreza. El PIB del trimestre, estimado a través de su correlación con el consumo de electricidad y sobre todo con el gasóleo de automoción, ha caído un 1%, un 4% en tasa trimestral anualizada. Y da igual lo que nos mientan el BdE y el INE porque esas correlaciones son indiscutibles.

Finalmente, la tasa de inflación se redujo cuatro décimas en marzo hasta el 2,4%, algo que algunos optimistas u obligados a serlo presentan como un dato positivo. Nada más lejos. La inflación subyacente o inflación básica, que sirve como indicador adelantado del rumbo que tomarán los precios a medio plazo, se mantuvo en el 2,3%, casi el doble de la de marzo de 2012 y dos décimas por encima de la de diciembre de 2012. Lo que ello indica no es otra cosa que el hundimiento de la demanda interna y el riesgo cada vez mayor de una deflación, algo que, de materializarse, sería el peor de los escenarios económicos posibles.

Pero Rajoy y sus secuaces no sólo se limitan a arruinar a los españoles para varias generaciones: están destruyendo España a escondidas, todo un compendio de la vileza y la insania. El ministro de Exteriores, un indigno que se bajó los pantalones ante Maduro con el asombro de EEUU y la UE, comete la infamia de reunirse en secreto con el conseller de la Generalitat Homs para tratar de la creación de un cuerpo diplomático que represente a Cataluña en el exterior con nuestro dinero, mientras cierran las embajadas de España por falta de medios y tienen tirados por los pasillos a muchos de nuestros mejores diplomáticos. Peor aún, Homs ya está preparando que a partir del verano empresas, particulares y ayuntamientos catalanes paguen los tributos al Ejecutivo autonómico y no al Estado, lo que de permitirse sería una deslealtad institucional equivalente a traición. La cobardía de la Casa Real y de Rajoy están conduciendo a la aniquilación de todo sentimiento nacional en España.

Entre la intervención de las Fuerzas Armadas, obligadas constitucionalmente a la defensa de la unidad de nuestra única patria, España, y la vil rendición de las instituciones políticas incluida la Corona ante el desafío separatista de cuatro arribistas tan corruptos como indocumentados, se abre el camino de la valentía civil, incluso de la rebelión ciudadana, con arreglo a la Constitución y las leyes, como camino de salvación distinto del último recurso. El Rey y Rajoy están recorriendo los últimos tramos del camino, cuya meta es la aniquilación de España como entidad geográfica, histórica, cultural y política, ante la impasibilidad absoluta de toda la clase dirigente. Como dice mi maestro Antonio García Trevijano, “apartar a estos indeseables políticos, incluido el Rey, de la esfera del poder estatal ya no es sólo una obligación política de todo ciudadano, sino deber moral que incumbe a toda conciencia honesta”.

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