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La segunda obra más editada en la historia de la humanidad, tras La Biblia, son Los Elementos de Euclides. Tan importante es, que los niños de todo el mundo, salvo en la India y en China, lo siguen estudiando para aprender matemáticas. La geometría euclídea marcó los límites de la física clásica. Sólo el estudio en el s. XIX de geometrías no euclídeas hizo posible la relatividad de Einstein. Euclides, es uno de los muchos genios inmortales que tuvo la cultura griega clásica. Todos ellos compartían una misma idea común: el paso del mito al logos.

El pueblo griego actual no es heredero directo de esta cultura. Aunque el imperio bizantino era una continuación del imperio romano, con lengua griega y religión ortodoxa, el imperio turco otomano de raíz islámica, vencedor en Bizancio, borró esta herencia tras 300 años de dominación. A principios del siglo XIX, un movimiento romántico europeo luchó por la recuperación de un país heleno occidental independiente, abandonando el logos de la realidad, por un mito ficticio. Hoy, Grecia es un país parasitario de la U.E., en lo económico y una partitocracia corrompida y radicalizada, en lo político.

El sistema electoral griego usa el cociente Hare, que no es tan beneficioso para los partidos grandes como el español d’Hondt. Sin embargo, para reducir el desorden político y social, emplea dos aberraciones desde el punto de vista de la representación: el regalo de 50 diputados al partido vencedor y el voto obligatorio.

El partido Syriza, venció en enero de 2015, prometiendo: resolver los problemas económicos, rechazar las anteriores condiciones sobre la deuda y restringir la intervención de la troika. La relevancia que tuvo esta noticia para España fue la similitud con Podemos. Ambos decían que iban a limpiar el sistema desde dentro, tomando una posición política diferente, de una nueva izquierda. Varoufakis lideró la estrategia de negociación de la deuda con Europa, siguiendo un estilo de jugador de poker agresivo: con amenazas de salida del euro, desplantes personales, rechazo de ofertas, etc. Con el juego perdido, Tsipras convocó un referéndum, echando a Varoufakis. Estos movimientos fueron un fracaso monumental para él, provocando una fuerte división en su partido y un endurecimiento por parte de Europa de las condiciones sobre la deuda.

Con el agua al cuello, convocó unas elecciones celebradas la semana pasada, obteniendo una victoria pírrica, con bastante fortuna porque a pesar del regalo de los 50 escaños, ha obtenido el número justo para volver a pactar con Kamenos. Aún así, ha perdido 300.000 votos respecto a las anteriores elecciones y tiene una abstención altísima de casi el 50%, pese a ser obligatorio el voto. Este resultado revela el malestar de muchos de sus votantes por su gestión europea y el hecho de que no confían en ningún partido para solucionar esta situación. En España, una improbable victoria de Podemos, crearía algo parecido. Primero, una división interna en el partido entre los más radicales y los seguidores de Iglesias y después una abstención altísima, al ver que sus propuestas son paja, porque no abordan los problemas estructurales de la Libertad Política Colectiva.

El Podemos catalán ya muestra una división interna respecto al tema independentista. No toman ni la bandera española, ni la estelada, prefieren quitar las dos, pues su única bandera es la conquista del poder. No sorprende entonces, que hayan optado por la ridícula postura del derecho a decidir.

La única posición política digna es la abstención. No es verdad que la abstención que proponemos en el MCRC favorezca a los independentistas. En España se vota por odio. La ignoracia política hace que los niveles más grandes se produzcan cuando en las encuestas sale que el jefe de un gran partido no va a alcanzar a otro, y entonces, sus votantes se quedan en casa porque saben que su voto no va a servir para ganar.  En las últimas generales pasó esto. No es que la abstención beneficiara a Rajoy, sino que los socialistas no votaron a Rubalcaba, que salía derrotado desde el primer día. En Cataluña, siempre ha ocurrido algo parecido. Cuando CIU no tenía rival en las autonómicas, los votantes del PSOE, PP, etc. no iban a votar. Pero en el MCRC no hablamos de esta abstención propia del sistema. Pedimos una abstención revolucionaria, que afecte a todos los partidos por igual. Votar mañana significa caer en la trampa independentista de que unas autonómicas se conviertan en un plebiscito. Qué mejor que pedir la abstención en la jornada de reflexión, donde nadie reflexiona nada:

¡Catalanes con dignidad política, absteneos!

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