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La interceptación y derribo de un bombardero ruso Shukoi Su-24M por parte de dos cazas F-16 de la aviación turca disparó todas las alarmas acerca de una imprevisible deriva del conflicto armado en Siria hacia derroteros de gravedad extrema.

La aviación turca ya había derribado una aeronave no tripulada (drone) supuestamente rusa a mediados del pasado mes de octubre, después de transmitir una serie de avisos de advertencia, según fuentes abiertas. En esa ocasión, Rusia negó que el drone formara parte de sus fuerzas destacadas en Siria, aunque en el seno de la OTAN se asumió como un drone ruso.

En esta ocasión, el derribo del bombardero levanta serias sospechas, dado que no resulta creíble que en solo 17 segundos se detecte “una aeronave en violación del espacio aéreo”, se ordene el despegue de cazas de interceptación (lo que se conoce en la jerga militar como un scramble), se produzca la interceptación, la llamadas de aviso entre aviones y el derribo. Demasiadas acciones para tan poco tiempo, sobre todo si se tiene en cuenta que la alerta de los aviones en tierra para estas misiones suele ser de cinco minutos por lo menos. Esto proporciona sustento a la versión rusa de la emboscada, a lo que hay que añadir que si se disparó al piloto muerto mientras caía en paracaídas, estamos ante un crimen de guerra cierto, sea quien sea el que lo cometiera[1].

Como se ha comentado, la cuestión es solo la punta del iceberg, y pone de relieve la posición global de Turquía en Oriente Próximo, plagada de intereses, algunos claros, como su oposición al Presidente de Siria Bashar al-Assad y su celo ante los avances de los kurdos en el conflicto sirio. Además, su política en Chipre, con el mantenimiento de la República Turca del Norte de Chipre, que mantiene la división de la isla de forma contraria al Derecho Internacional.

En cuanto a la implicación de la OTAN, la política de algarada turca no cesa en el intento de involucrar a esta organización internacional en su eterno conflicto fronterizo con Grecia en el Mar Egeo, aprovechando cualquier colaboración con la OTAN para provocar incursiones en el espacio aéreo griego, con las consiguientes maniobras de despegue de cazas griegos. Según fuentes fiables, no hay mes que no suceda un evento de este tipo o continuas interferencias en las prospecciones petrolíferas en el sur de la Zona Económica Exclusiva de Chipre, que también se trasladan a la OTAN en forma de informes camuflados.

El control de los estrechos de Dardanelos y el Bósforo que la Convención de Montreux de 1939 concede en exclusiva a Turquía, limita el paso de buques de guerra y su tonelaje entre el Mar Negro y el Mediterráneo, y viceversa, supone un repercusión negativa para Rusia y una ventaja real para la OTAN, así como un punto a favor de Turquía. Pero lo cierto es que la OTAN ha respondido con tibieza a la acción exagerada del derribo de caza ruso. A mi juicio, esta es la lectura que hay que hacer de las declaraciones del Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, el pasado 24 de noviembre[2]. Diplomacia, desescalada y calma son las palabras clave, lo demás es discurso vacío.

Rusia no es la Unión Europea, siempre presta a extender cheques y hacer concesiones para salvaguardar su seguridad y sin una política de seguridad y defensa fuerte y unitaria.

Turquía debe empezar a pensar en el postconflicto en Siria y asumir algún cambio respecto a la comunidad kurda; respetar el Derecho Internacional en Chipre; posicionarse claramente contra el ISIS y cerrar sus fronteras con Siria, excepto para dar cobijo a los refugiados. Occidente necesita a Turquía, pues es un país musulmán y democrático, y, además, con 660.000 efectivos en sus Fuerzas Armadas pero no a costa de sus algaradas y chalaneos propios más de un zoco que de países civilizados.

Finalmente, tras las duras medidas de Rusia y la falta de apoyo claro de los aliados, en este caso concreto, la única pregunta que cabe hacerse es cuánto tiempo falta para que Erdogán recule frente a Rusia. Sus vanos intentos de entrevistarse con Putin en París pueden ser la antesala del reclinatorio.

[1] Artículo 42 del Protocolo I de 1977 adicional a los Convenios de Ginebra de 1949. En https://www.icrc.org/spa/resources/documents/misc/protocolo-i.htm. La República Árabe Siria ratificó este tratado el 14.11.1983. Así mismo, también lo prohíbe la Regla 48 del Derecho Consuetudinario (https://www.icrc.org/customary-ihl/eng/docs/v1_rul_rule48 ), para aquellos países que no hayan ratificado el Protocolo I en cuestión.

[2] En http://www.nato.int/cps/en/natohq/news_125052.htm.

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