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Las pasadas dos semanas, un grupo de profesores y economistas hemos analizado y debatido la fiabilidad o no de las cifras oficiales de PIB. El resultado ha sido el afianzar y precisar más aún nuestras pruebas de la falsificación sistemática de las cuentas nacionales, como ocurrió en Grecia, de forma que en este momento, y salvo posturas espurias sin argumento sólido alguno, ha quedado probado mas allá de toda duda razonable que el PIB real a precios de mercado o riqueza nacional es, como mínimo, un 18,7% inferior al que muestran las cifras oficiales. Lo que, en términos prácticos, significa que la situación económica de España es insostenible. La burbuja de deuda es muy superior a la estimada y absolutamente imposible de devolver, el déficit está fuera de control y la presión fiscal se coloca a la cabeza de Europa y no por debajo de la media, como falsamente afirma la casta política.

Sorprendentemente, Juan Ramón Rallo, un economista que se presenta como independiente, se alinea con los embustes de las prácticas contables del Gobierno y niega las evidencias que cualquier persona informada puede comprobar. En contra de cifras y hechos indiscutibles, afirma que “no son sostenibles como defensa de la manipulación del PIB”, aunque a la vez dice lo contrario: “Mi réplica no pretende garantizar la fiabilidad e inexistencia de manipulación de los datos del INE”. ¿Entonces en qué quedamos¡ Pues claro que lo pretende! Pero no solo eso, lo pretende utilizando datos burdamente sesgados a favor de su tesis y la del Gobierno. Pero cuando nos encontramos al borde del abismo y con los pies colgando en lo económico y ante un caos total de gobernabilidad, tanto si Rajoy es investido como si no, una manipulación así es absolutamente inaceptable.

La coartada del sistema

Uno de los puntos clave de su argumentación, fácilmente comprensible para cualquier persona no versada en los conceptos económicos, es que el VAB de servicios, la parte más importante del PIB, y los IASS (Índices de Actividad del Sector Servicios) discrepan también en otros países. Y lo hace al haber explicado nosotros que en todas las grandes economías, como Alemania, Francia, Italia y otras, el VAB y los IASS se habían mantenido totalmente coincidentes antes y después de la crisis. ¿Y qué países saca Rallo para demostrar que estamos equivocados? No se lo pierdan: Grecia, Malta y Portugal. También añade Irlanda, pero falsamente, porque en este país ha vuelto a coincidir. Realmente un chiste.

Pero, además, solo pone unos gráficos sin cuantificar nada. Menudo nivel. Por suerte, nosotros sí nos hemos preocupado de mirarlo, y la discrepancia media entre producción y valor añadido de los servicios incluidos en España es la mayor de todos los países del euro, 3,76 puntos porcentuales por año. Solo se nos acerca Portugal, con 3,68 puntos. Grecia (esos que engañaban en todo lo que podían) se queda en 1,63 puntos por año, y Austria y Finlandia, en alrededor de un punto. El resto están entre los 0,34 puntos de Holanda y los -0,86 puntos de Francia. Una manipulación auténticamente chapucera.

Rallo pertenece a una curiosa escuela económica, la austriaca, que para que los lectores lo entiendan son básicamente fundamentalistas de mercado que piensan que la mano invisible lo resuelve todo y que el Estado es poco más que un estorbo. Es una escuela cuyo prestigio académico es casi nulo y cuyos seguidores apenas publican más que en sus propias revistas económicas. Por ende, tampoco tienen la menor confianza en la democracia y oscilan entre los que piensan que la democracia debe estar sumamente limitada y sin poner en tela de juicio los fundamentos del libre mercado, y los que directamente creen que la democracia solo sirve para tomar malas decisiones.

El papel de una persona así para el sistema, y de ahí la relevancia que se le da en medios y editoriales, es muy clara. Sirve para difundir un fundamentalismo de mercado que hace aparecer las políticas del Gobierno como centristas y moderadas. Como la gente busca un consenso y un término medio entre las opciones ofrecidas, personas como Rallo sirven para desplazar el centro de gravedad hacia las políticas de la ideología imperante. Probablemente, ni él mismo sea consciente de que es solo un peón en este juego. Pero de lo que sí parece consciente es de cómo se las gasta la oligarquía patria con quien no les baila el agua y hace la vista gorda con sus desmanes. Por lo tanto, sus argumentos valen lo que valen: casi nada. Y así lo ha demostrado con la endeblez y ataques sin fundamento de su último artículo. Es, en definitiva, la coartada del sistema.

Los ‘argumentos’ traducidos a nivel de calle

Rallo suele utilizar en sus debates conceptos macroeconómicos que la gente en general no entiende. Por ello, déjenme que les explique a nivel de calle lo que defiende este señor, de forma que cualquiera lo pueda entender.

1.- Sostiene Rallo que después de haberse elevado la fiscalidad al mayor nivel de nuestra historia, la presión fiscal sigue siendo la misma que en 2007, un 38% del PIB, y ello a pesar de haberse creado ‘ex novo’ o subido 85 figuras tributarias, y, en consecuencia, está por debajo de la media de la UE. Un disparate contrario a la razón, a lo que vemos en nuestras casas y a la verdad. El último estudio de la OCDE de 2015 sobre fiscalidad en las familias y en el trabajo coloca a España en uno de los primeros lugares. Esta falsedad manifiesta es la que emplea nuestra ignorante e irresponsable clase política para justificar nuevas subidas de impuestos al expoliado pueblo español.

2.- Sostiene Rallo que, en la práctica, y como decía el desastre Zapatero, no ha habido ninguna crisis. A pesar de haberse destruido cientos de miles de pequeñas y medianas empresas, y muchos más cientos de miles de autónomos, a pesar de existir hoy tres millones de empleos menos a tiempo completo y con menores sueldos, el PIB de 2015 es básicamente igual al de 2007. ¿En que país se ha visto que manteniéndose el PIB invariable el paro haya pasado del 8% al 21% ¡Pero cómo osa! Es incomprensible que una persona que se denomina a sí misma economista sea capaz de sostener tamaña patraña.

3.- Sostiene Rallo que, aunque según Eurostat el ingreso medio por persona a paridad de poder adquisitivo en España es el 76% del británico o el 60% del alemán o del francés, el PIB oficial per cápita es el 87% del británico, el 74% del alemán y el 84% del francés. ¿Cómo se puede defender ese PIB oficial ?

4.- Según la tesis de Rallo, el tamaño del Estado no habría crecido, pero en 2007 había 14,1 millones de empleados en el sector privado, y ahora hay 11,9 millones, pero el empleo público no ha parado de crecer, particularmente en CCAA con 2,5 millones de empleos públicos en Estado, CCAA y CCLL, a los que se suman medio millón mas en altos cargos, representantes políticos e institucionales, personal de empresas públicas, etc. Al señor Rallo, como fundamentalista del mercado que es, “le encantaría que tuviéramos razón”, pero claro, no la tenemos.

Esto es, sin ropaje técnico, lo que suponen las cifras que defiende don Juan Ramón. Y volviendo ahora al debate técnico, llama la atención que no se preocupara lo más mínimo por calcular cifras alternativas, ni por investigar el resto de subsectores de la economía que nosotros, en nuestro primer análisis, dimos por supuesto que el PIB estaría bien calculado. Un llamativo sesgo de los intereses que defiende.

En nuestro segundo informe, “nuevos y peores métodos” según Rallo, nos preocupamos en buscar indicadores alternativos en los subsectores que no abarcan ni el índice de servicios ni el de la industria. Obviamente, como no existen indicadores tan exhaustivos en el resto de subsectores, hemos tenido que buscar otros alternativos, algo que parece no ser del gusto de Rallo, al que se le transparenta a todas luces que desearía que no existiera ningún indicador con el que comparar, y que, en caso de existir, ansía demostrar que no sirve. Le invitamos a que encuentre otros mejores, aunque no lo hará, no vaya a ser que eso le desmonte toda su argumentación.

Los datos de las encuestas de que disponemos nos dicen que las diferencias son mínimas. (EFE)

Otro de los argumentos que esgrime, totalmente impermeable a los datos, es que el valor añadido puede haber caído mucho menos que la producción, pero los datos de las diferentes encuestas de que disponemos (Central de Balances del Banco de España y las encuestas anuales de comercio y de servicios del INE) nos dicen que las diferencias son mínimas en el periodo del que estamos hablando. Pero para qué va a hacer caso de los datos si le pueden estropear una teoría.

También afirma sin sonrojarse que hemos “cambiado la metodología y que esta es una enmienda a la totalidad del primer análisis”. Aquí su nivel de falsedad y sectarismo supera lo imaginable y le descalifica totalmente como interlocutor de nada, porque hemos seguido haciendo lo mismo, es decir, comparar la evolución del PIB por subsectores con la de otros indicadores económicos del mismo subsector. ¿Dónde has visto el cambio de metodología, Juan Ramón?

Otra de las falacias de este peculiar economista es afirmar que el valor añadido generado por una actividad productiva depende de si compra sus productos al vecino de al lado o a una empresa de Indonesia, es decir, si importa los productos necesarios para su actividad o no lo hace. El error de concepto es tan garrafal que cuesta creer que lo haya cometido sin darse cuenta, porque mis alumnos de primero jamás cometerían tal barbaridad. Por ello, no sé si pretende engañar a los lectores o bien que sus conocimientos de lo que significa valor añadido no dan para más.

Ante el inusual interés que se ha tomado por defender la veracidad del PIB oficial, a uno le viene inevitablemente a la mente que se trata de un economista júnior, que está comenzando su carrera profesional, que publica libros de divulgación en grandes editoriales y que aparece en grandes medios de comunicación privados. Es decir, una persona que tiene que cuidar una carrera profesional sin consolidar que depende mucho de la red de relaciones que vaya tejiendo, y en cuyas otras actividades depende de grandes empresarios que de un día para otro te pueden retirar sus favores si no les agrada lo que dices. Esta es mi última respuesta a Juan Ramón Rallo. Por un momento, creí que tendríamos un debate serio y constructivo. Me he equivocado totalmente.

Me voy de vacaciones y les deseo un feliz verano a todos, pero en septiembre vamos a remachar el clavo. En concreto, utilizaremos también el enfoque de cálculo del PIB desde el lado de la demanda y desde el lado de las rentas, donde demostraremos cómo no puede ser de otra manera, porque son formas diferentes de medir lo mismo, que las discrepancias entre el PIB oficial y el PIB real son exactamente las mismas. Y, ¡mala suerte Juan Ramón!, con nuestra “nueva metodología”, como la calificas, al añadir más subsectores la sobrevaloración del PIB ya no es del 18,7% sino del 19,5%, y ello sin incluir el sector financiero, donde no hemos podido encontrar indicadores independientes.

NOTA: algunos se preguntarán como es posible tal grado de manipulación de las cuentas públicas. Para ello, nada mejor que reproducir lo que me acaba de enviar un honrado funcionario: “Es totalmente cierto todo lo que explican en el artículo. Soy un funcionario al que, como a otros muchos, marginaron en los años noventa con la libre designación, casi siempre al más irresponsable, golfo o ineficiente. He visto nombrar al amigo del tío, al sobrino, al amigo de la familia de la mujer, etc. Pasando por encima de compañeros funcionarios infinitamente más honrados y mejor preparados. EL MAMONEO Y LA SINVERGONZONERÍA son la regla EN LA ADMINISTRACIÓN ESPAÑOLA, Y NI LOS SINDICATOS, que han sido los primeros en defender el dedo para enchufar a los suyos, NI LOS FUNCIONARIOS ESTÁN DISPUESTOS A DAR LA CARA. Prefieren jubilarse y, mientras tanto, el garbanzo seguro les lleva a aguantar lo que sea sin posibilidad ni ganas de denunciar nada. Sería el suicidio profesional”.

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