Claro
Oscuro
Conque Reagan, ¿eh? ABC estaba entonces en la calle de Serrano, a dos manzanas de la embajada americana, en cuyas aceras echaban el día los pacifistas pro-soviéticos del “Mejor rojos que muertos” contra el despliegue de los Pershing. En mayo del 85 vino a Madrid, saludado con pancartas de “Reagan, cabrón, trabaja de peón”. No lo recibieron ni Alfonso Guerra, director teatral y vicepresidente del Gobierno (“Yo me voy a Hungría”), ni el alcalde Tierno, que se fue a echar bayas a sus patos. No lo dejaron hablar en el Parlamento (tuvo que hacerlo en la Fundación March), quizá porque Reagan era un gran contador de chistes y temían que en aquel lugar, ante el cadáver insepulto de Montesquieu, de cuya defunción se jactaba Guerra, contara alguno sobre la representación democrática y la separación de poderes. Los editoriales de Pradera encendían el pelo.
Y si a Reagan, porque se proponía acabar con el momio del comunismo, que ya no daba de comer a nadie, le hacían todo aquello, ¿qué no le harán a Trump, que se propone acabar con el “establishment” socialdemócrata, ese momio del que “vive” todo el mundo?
Institucionalmente, Madrid ya se ha colocado frente a Trump con un “Tierno” que le hace la comunista Carmena al compararlo con Hitler (ya se supone que un Hitler anterior al Pacto Ribbentrop-Mólotov), lo cual faculta a la otra parte a comparar políticamente a Carmena con otro mito histórico, la envenenadora de Valencia, pues nos mata lentamente con la cochambre de las calles.
Carmena lleva al chotis, y el chotis, al “Madrid” de Ángel Agustín María Carlos Fausto Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara y Aguirre del Pino, que lleva a la derecha cultural a defender, incluso con la vida, a México de Trump, lo que nunca hizo con la Cuba pateada por Obama.
Entre Trump, que dicen que es Hitler, y Pablemos, que dicen que es Stalin, Mariano emerge en el centro cual Churchill con puro, que es el fin propagandístico del tabarrón que nos están dando.