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En España sólo hay un grupo más antiamericano que la izquierda, y es la derecha, una derecha, oh, Rubén, que ni reza ya a Jesucristo ni habla ya en español.

Cuando la derecha se quiere poner farruca, manda a llamar a Maroto, ese león de la Metro que un día ruge a Rita Barberá, y al otro, a Donald Trump por el “Fake News” del español en la Casa Blanca.

El español es una lengua prohibida y perseguida en la mitad de España, pero el bulo del español en la Casa Blanca venía bien para devolverles a los gringos el bulo del “Maine”, y contaba, ay, con el apoyo de ¡Zapatero! y La Sexta, esa TV que rotula “Vayadolid”.

¡Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman, / que habría que llegar hasta ti, Cazador! –dice Rubén a Roosevelt.

Maroto pone voz de Biblia para llegar a Trump (¡grande es Dios en el Sinaí!), y no va de farol: por delante marcha la Academia (“el que nada comprende es entre nosotros correspondiente de la Academia, poeta rastacuer”, aclara Rubén), y por detrás, el propósito del tribuno Pons de levantar… ¡un ejército europeo!, pues, como abogado que tiene de autor de cabecera a Von Ihering, sabe que la espada sin la balanza es la fuerza bruta, y la balanza sin la espada es el derecho en su impotencia.

Trump es una mala noticia para los demócratas del mundo –ha dicho Pons en español.

Qué entienda Pons por “mundo” y por “demócratas” es un misterio.

Pons es un español en guerra con el inglés (lengua, por cierto que no entendía Jorge I, rey de Gran Bretaña, por lo cual no iba a las reuniones del Gabinete), una guerra que implicaría retirar la web en inglés de La Moncloa o los rótulos de “bilingüe” que de la noche a la mañana puso Esperanza Aguirre en los Institutos de Madrid.

Pero Pons también es un “demócrata” en guerra con el 45 presidente de los Estados Unidos, es decir, que seguirá sin traducirse al español “El Federalista”… o alguna de las muchas biografías de Alexander Hamilton, inventor de la “democracia representativa”.