Claro

Oscuro

Y Hacienda se pone las pilas; su Ministro, el Sr. Montoro, que ya lo fuera con Aznar, como otros, porque muchos de los que están ya fueron, y ahí continúan, ocupando un puesto en el Estado repartido, el negocio de la subvención que este pueblo manso e incauto soporta como si la cosa no fuese con él desde hace ya más de treinta años. ¿No ven a Cristóbal? Fíjense en sus ojos de fuego, de avaricia estatal, observen su perilla azulada, erizada por la rabia partidocrática. El líquido viscoso que se desprende de sus bigotes no es la baba de los contribuyentes, siquiera su sangre tributaria, sino el agua depurada en las cloacas del Estado, agua que emerge en la fuente de este gobierno de consenso y de jardín. ¡Todos a palacio!, ¡saquen a relucir sus trabucos dialécticos!, ¡apunten con la verdad desde las trincheras!, ¡arrástrense si es por su dignidad! Que nada es lo que parece cuando la Nación vive como por uso ultrajada y los principios se profanan por costumbre. La memoria se cuartea como la tierra en el pantano que agoniza… El agua del gobierno de Montoro, enésimo gobierno del reino de los partidos y la subvención, cambio del cambio en el Estado inmutable, no fluye como debiera y las barcas de la administración pública se han quedado varadas en el cauce de la corrupción. Por eso pretende Cristóbal que aneguemos su canal con nuestra saliva. ¡Miserables ciudadanos de a pie! ¡Menuda polvareda en el desierto!, ¡todos los siervos de la Nación postrados en las orillas escupiendo! ¡Sedientos!

¿Y qué es de España? ¿Qué será de España sin la libertad política? Una pasión efímera. No hay medidas para la crisis, sino para evitar la crisis, para impedir el cambio verdadero y necesario, la libertad constituyente. ¿Acaso tenemos que darlo todo por una Patria en manos de una banda de chulos afincados en el Estado? Si no hay libertad, si no hay democracia, si no hay garantías para el cumplimiento de derechos fundamentales como la propiedad privada, la lengua o la educación, ¿cómo vamos a ser patriotas? ¿Quién va a defender España si sus peores enemigos son los que la reinan, opositan y gobiernan? Hubo un tiempo en que el dinero servía para comprar la mentira; en aquellos días fluían las aguas por los ríos caudalosos y la gente nadaba en las orillas, confiando su futuro a un proyecto bomba, ingenua, endeudada, engañada, creída de las bondades de una farsa llamada por sus fundadores “Estado de bienestar, social y de derecho”.

Hacienda se ha puesto las pilas, y una vez más, persigue, vigila, controla, a los de siempre… Esta mole intratable necesita apretar las tuercas para salvar los muebles al régimen de la traición y la mentira. ¿Que la corona está sumida en tremendos escándalos?, ¿qué les importa? ¿Que los partidos son herramientas sucias por la subvención y podridas por la corrupción?, ¿qué más da? ¿Acaso algo ha cambiado en el rostro de este Estado en perpetua crisis? ¿No es la Nación la que se está resquebrajando de forma irreversible? Los chulos del Estado no van a cortarse las alas a sí mismos… ¡No seamos idiotas! ¡Antes dejarán de dar de comer a sus siervos del zoo!, ¡los súbditos!, ¡esa gente que sólo se levanta de la silla por el fútbol!, ¡esa gente joven que parece tan envejecida y tan enferma de ignorancia!, ¡ese populacho que escupe una y otra vez en las orillas sin percatarse de que lo surrealista de la imagen! ¡No somos ya capaces  ni de mirarnos a la cara en un espejo! ¡Macabra y triste realidad de esta crisis que no llega a ningún término porque las medidas que toman los gobiernos no tienen como fin afrontarla, sino evitarla! No quieren que nada cambie, por eso España está abocada a la extinción. Y la libertad es nuestra única medicina. Sólo la libertad política salvará nuestra Nación.

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