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SATURNINO AGUADO.

Rajoy no es el único político conservador con argumentos falaces respecto a la política fiscal. Su mentora, Angela Merkel, es el máximo adalid en Europa de unas políticas que nos están llevando, también en su querida Alemania, a la mayor depresión económica desde los años 30. Su también correligionario Mitt Romney (nunca mejor dicho lo de correligionario, pues la teoría de la austeridad expansiva se parece cada vez más a una secta) nos acaba de hacer disfrutar con su ocurrencia de que España va mal porque tiene actualmente un gasto público similar al de Estados Unidos (42 por ciento respecto al PIB). Cuando, quizás, parte del problema (¡y de la solución!) sea justamente ese, el bajo nivel del gasto público en ambos países, si los comparamos con el gasto público en los países europeos del G-8: Alemania, Reino Unido, Italia y Francia, donde el gasto público (como % del PIB) resulta ser, respectivamente, 45, 50, 50 y 56 por ciento.

Piensa, equivocadamente, el Sr. Rajoy que ese dato es bueno para la economía española en las circunstancias presentes. Cuando, obviamente, resulta ser todo lo contrario. El saldo de la balanza de pagos por cuenta corriente no es más que la diferencia entre el gasto total de un país, en Consumo Privado, Inversión y Gasto Público, y su PIB. O, dicho de otra manera, la diferencia entre su Inversión y su Ahorro Nacional.

Si, por motivos tan exógenos como, en un primer momento, la crisis subprime norteamericana y, en segundo lugar, la tremenda especulación contra las economías periféricas del euro, entre ellos nuestro país, se produce el fenómeno que los economistas llamamos de “parón repentino” (o “sudden stop”, en inglés) de los flujos que, hasta entonces y tan fácilmente han venido financiando la diferencia entre importaciones y exportaciones, resulta que la situación en la que nos encontramos se torna cada vez más similar a lo que pasó en el sudeste asiático durante las crisis de finales del Siglo XX.

A continuación, se presentan los datos de nuestra balanza de pagos durante los últimos diez años, comparados con los de otros países periféricos del euro, así como con Alemania.

Tabla 1: Balanza de Pagos (como porcentaje del PIB)

2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
España -3,5 -5,3 -7,4 -9,0 -10,0 -9,6 -5,1 -4,5 -3,5 -1,8
Italia -2,1 -2,2 -3,0 -3,1 -4,0 -4,1 -3,0 -3,1 -2,7 -2,2
Irlanda -1,0 -0,5 -4,0 -5,5 -6,0 -6,5 -4,5 -0,5 -0,0 -0,0
Portugal -6,0 -8,1 -10,0 -10,5 -10,0 -12,1 -10,9 -10,0 -9,1 -8,4
Grecia -7,5 -7,0 -7,6 -11,6 -12,3 -12,1 -10,2 -10,1 -9,3 -8,5
Alemania +2,1 +4,0 +5,0 +5,3 +6,0 +5,2 +5,0 +5,1 +4,5 +3,9

Pasar, en tan poco tiempo, de un déficit por cuenta corriente del -10% a un superávit del +0,6% no es ningún logro, Sr. Rajoy. Es un auténtico drama, por su efecto sobre el crecimiento económico del país. Como lo es, igualmente, pasar de un déficit fiscal por encima del 9% respecto al PIB, en tan sólo unos años, al famoso, por incumplible, 3% del PIB, que se nos exige desde Bruselas, Frankfurt y Berlín.

Hablando de Berlín, lo que debería hacer nuestro Presidente es explicarle a la Sra. Merkel que, a la vista de los datos contenidos en la Tabla 1, gran parte de la culpa de la situación que atravesamos actualmente en España la tienen los tremendos superávits de balanza de pagos de Alemania, que echaron toda la leña en el fuego para financiar las burbujas generadas en los países periféricos del euro, y en particular en el nuestro.

Igualmente, nuestro Presidente debería explicarle a la Sra. Merkel que el problema de la periferia europea proviene de un mal diseño del euro y de la políticas económica errónea que ella está propugnando desde su cancillería. En la periferia europea estamos a los pies de los caballos por haber cedido toda nuestra soberanía monetaria a un Banco Central Europeo que no es nuestro Banco Central (como lo era el Banco de España) y que aparentemente se ha desentendido de nosotros, al no comprar en última instancia nuestra deuda pública. Igualmente, estamos ante los pies de los caballos porque ya no tenemos moneda propia que podamos devaluar, para poder crecer. Y finalmente, estamos a los pies de los caballos, porque cuando nosotros no conseguimos crecer a la Sra. Merkel (y a sus acólitos) no se les ocurre más que austeridad, austeridad y más austeridad.
Por tanto, Sr. Rajoy, la próxima vez que comente sobre el superávit de nuestra Balanza de Pagos, no piense que cada vez nos parecemos más a Alemania. Piense que cada vez estamos más cerca de estar replicando la crisis de hace unos años en Tailandia.

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