La libertad es algo de lo que, como resulta evidente, se ha hablado y escrito mucho a lo largo de los siglos, a partir de la experiencia civilizadora de la humanidad. En el terreno de la filosofía, ha ido asociado con frecuencia este concepto al mundo de las ideas en el sentido platónico y por lo tanto al de los ideales o las idealidades. Por otra parte, la propia limitación expresiva que supone la existencia del lenguaje, en cuanto a la estructuración del intelecto humano, produce que únicamente se pueda pensar o concebir, aquello que permiten las palabras que nos vienen dadas y que sirven para la comunicación entre nosotros. Algo que resulta del interés (inter-esse, entre seres) y que permite intuir el propio origen de la Libertad.
Es pertinente señalar el hecho de que, en el idioma español, únicamente exista una palabra para considerar la libertad y en cambio, en otros idiomas, como en el inglés, existan dos palabras distintas para ello: freedom y Liberty. Me resulta tentador en este momento adentrarme en el campo de la lingüistica y recurrir a la etimología para tratar de proporcionar mayor claridad y evidencia en torno a estos conceptos, pero dadas las limitaciones de un artículo, lo que haré será invitarle a usted, querido lector, a que realice esta investigación si lo desea, como yo ya la hice en su momento, cuando fui descubridor de este hecho significativo.
Expuestos estos dos primeros puntos, el que permite contemplar cómo el concepto de libertad ha ido aparejado con excesiva frecuencia a los sentimientos e ideales, y el hecho de que en nuestro idioma únicamente existe una palabra para expresar algo que, a mi juicio, refleja realidades y fenómenos diferentes, trataré de explicar y comunicar, de forma clara, y al alcance de cualquier persona intelectualmente honesta, el error que supone considerar a la libertad únicamente como un sentimiento o una sensación subjetiva.
He escuchado en muchas ocasiones, incluso entre los asociados al MCRC y colaboradores en nuestros medios, manifestarse equivocadamente en este sentido, tratando de hacer ver que la libertad es un sentimiento o que es algo latente que todos llevamos dentro y que el pensamiento de Antonio García-Trevijano habría despertado como sensación. Sin necesidad de adentrarme en esta ocasión en la explicación de las libertades negativas o positivas, o en ilustrar la “libertad de” o la “libertad para”, lo que pretendo es aportar claridad a la confusión evidente que percibo y así, provocar la reflexión de quienes lean este texto y además hayan iniciado el camino de la acción, en la conquista pacífica de la libertad política colectiva.
Si la libertad humana simplemente fuese un sentimiento, bastaría con despertarlo, provocarlo o fomentarlo, para que se manifestase en la vida pública y esto produjese sus correspondientes efectos. Pero resulta que el producto, el resultado de comprender el fundamento de la democracia, de la arquitectura institucional que permite su existencia en una República Constitucional, es el de que cualquier persona pueda ser consciente de que la libertad, en su sentido político, es algo ausente en el actual paradigma en el que nos encontramos. Las personas por lo tanto llegan a ser conscientes, con independencia su conciencia moral, de que no existe la libertad política, como hecho objetivo, en la vida pública de los españoles. Y esto es el resultado inevitable de comprender el fundamento de la libertad política colectiva, como único hecho existencial del que se derivan, después, las libertades individuales o personales. Es lo que me permite afirmar, y se lo permitió a Antonio García-Trevijano, que yo no puedo ser libre si no lo son igualmente y al mismo tiempo, todos los demás.
Las consideraciones perceptivas, interpretadas subjetivamente, a través de algo íntimo como son los sentimientos, permiten a un recluso en un penal sentirse utópicamente libre, sin que eso evite que cualquier observador sensato, contemple la abismal diferencia que existe entre esa sensación, y la libertad ambulatoria (free will) de cualquier otra persona. Esto, que simplemente es una analogía y por lo tanto algo impreciso, puede ilustrar sin embargo o despertar la reflexión de cualquier lector, interesado en comprender cómo la libertad política colectiva es un hecho objetivo de existencia, algo que únicamente puede estar presente o ausente para fundamentar una Constitución, y por lo tanto no es un sentimiento.
La simple explicación anterior evidencia, y resulta un claro indicio, algo que permite a cualquier persona comprender la libertad no como sentimiento subjetivo o de experiencia, sino como un factum existencial. Un término al que necesitamos añadir el apellido “política”, para reflejar, definir y completar, precisamente, que no es únicamente un sentimiento, una sensación o algo subjetivo y que admitiría grados, sino algo cuya presencia o ausencia determina, no únicamente cuestiones del carácter personal, incluso del ánimo de una persona, sino en la vida pública y en toda la sociedad. Al no disponer nuestro idioma de otra palabra, que pudiera diferenciar entre estas dos realidades distintas, la de la libertad ideal, gradual y platónica, la que inspira el pensamiento de grandes hombres como Míjail Bakunin, y la libertad que produce efectos observables en la vida pública, nos vemos obligados a añadir tras esta palabra el término “política”. Es aquí donde radica la enorme diferencia entre el descubrimiento para la ciencia política de la libertad política colectiva, y la libertad individual subjetiva, incluso sentimental, procedente de los ideales del anarquismo.
La rápida y evidente degeneración del actual Estado de los partidos en España, como régimen franquista devenido de la dictadura militar del general Franco, resulta de la ausencia de libertad política que únicamente existe a través de la representación y es garantizada mediante la separación de los dos poderes: el legislativo y el ejecutivo, la nación y el Estado. La existencia de un Estado legislador, como el que hay en España, en la forma concebida por el jurista alemán Carl Schmitt, implica necesariamente la desaparición absoluta de la libertad, sostenible únicamente, en último término, a través de lo que fue llamado el “Estado total”.
Este esbozo que realizo para tratar de evidenciar que la libertad o, mejor dicho, su ausencia, es algo que pertenece a la consciencia, algo de lo que se puede ser o no consciente, se acentúa cuando se contempla la impotencia en las ambiciones del poder en cuanto a la uniformidad social, la rigidez burocrática y administrativa, y que se deriva de un exceso en el edificio normativo de las leyes. La concepción material de la democracia, que ha sido la que motiva la política europea tras el fracaso de la revolución francesa, deviene inevitablemente en el idealismo de la Justicia social, el bien común y la voluntad general, que son asuntos completamente al margen de la consideración formal de la democracia. A modo de contribuciones sustanciales que alimentan este fracaso y la observable decadencia, participan disciplinas con ínfulas científicas como la sociología, cuyos principales iniciadores fueron Max Weber, Karl Marx o Èmile Durkheim. La grosería inevitable que se debe cometer en el análisis de masas, produce necesariamente una simplificación que resulta en el “pensamiento masa”, tal y como expuso, de forma notable, Ortega y Gasset en su celebérrima obra “La rebelión de las masas”; su antítesis, se refleja en el idealismo del pensamiento de una autora, no muy conocida en nuestro país, como fue Ayn Rand, y curiosamente, con la mala traducción de “Atlas shrugged” como “La rebelión de Atlas”. En cualquier caso y obviando estas consideraciones quizás anecdóticas, el hecho es que la pretensión de utilizar la ciencia como método para extraer una hipotética voluntad general rousseauniana, ha demostrado de forma palpable y evidente su absoluto fracaso.
El descubrimiento de la libertad política colectiva, tras haber sido alcanzada como hecho, y siendo fundamento ontológico de la propia libertad humana, y el pensamiento creador de un repúblico español como fue Antonio García-Trevijano, permite a las personalidades de Estado y a los aterrorizados personajes del Estado, vislumbrar la coherencia y consistencia, en términos de estabilidad, que este hecho fundamental proporciona. Basta para ello contrastar la permanencia temporal del sistema político desarrollado en los Estados Unidos de América, frente a la decadente y convulsa Europa en estos últimos doscientos años de la historia. La democracia representativa, frente a los Estados de partidos con ambición artificiosamente europeizante.
Y ahora, corran… corran todos a votar!
La finalidad de la democracia es la salvaguarda institucional de la libertad política.Los principios primordiales de la Nación tienen que estar por encima de las competencias del poder legislativo.
Efectivamente la democracia es un sistema político que permite la garantía de la libertad a cada uno de los individuos que forman parte de una comunidad política. No existe ningún principio en la nación, que sea objetivo, mas allá de el que es dado por la propia historia, y por lo tanto, lo que fuere, con independencia de la voluntad de sus nacionales, está a una realidad que los determina y les proporciona su identidad, algo que trasciende, como explico, la voluntad humana y los intereses políticos eventuales que se produzcan. El poder legislativo de la nación, como órgano que atiende a los intereses y necesidades de los nacionales, que recoge los valores propios y eventuales de un ethos colectivo, de unos principios morales de los cuales resultan las leyes en una democracia, es decir, únicamente cuando existe la representación política, no tiene mas principio que el de la expresión social que resulta del conflicto de diferentes intereses entre las personas que habitan la nación
La politica es compleja hay que ser un estudioso del tema, un erudito como lo era el señor Trevijano. Tomarse la molestia de estudiar adrentarse en la historia ser ese ojo que todo lo ve y observar manteniendo la imparcialidad. Como ese cientifico que intenta que su experimento tenga èxito y para ello tiene que ver todas las alternativas.
La libertad es un tema muy personal cada uno tiene una idea propia.
En la politica esa idea es màs compleja si cabe pues la estructura de un sistema politico.
Sus dirigentes, su historia, la indiosincrasia de ese pais, el nivel econòmico, cultural, etc, etc.
Son muchos factores los que cuentan pero sobre todo tiene que tener apoyos.
Tienen que existir una corriente que apoye a ese lider.
Don Antonio se encontrò solo, fue traicionado por todos por ese afan de poder desmedido. No se pensò en el pais solo en intereses personales.
Seguimos igual nadie piensa en la Naciòn todo son intereses mezquinos.
Un hombre como el señor Trevijano con una idea propia, real, y noble.
Era lògico que se viera solo, màs no necesariamente traicionado.
Pero la mediocridad, la falta de miras de la mayoria de los intereses creados
hicieròn el resto y han convertido a nuestro pais en lo que es, un barco a la deriva que no tiene futuro, moral, ni un horizonte hacia donde mirar.
Solo unos pocos lo ven y el resto sigue perdido, sin rumbo, sin saber que andan perdidos solo siguen al resto como zombis.
Como se explica en el artículo, mas allá de las consideraciones subjetivas y personales que cada cual quiera hacerse acerca de la libertad, la obra de Antonio García-Trevijano y su descubrimiento para el pensamiento político universal de la libertad política colectiva como fundamento de todas las libertades individuales o personales, lo pone de manifiesto como hecho objetivo y que no atiende a cuestiones eventuales, accidentales o la idiosincrasia de ningún país.
Por otra parte, desconozco el significado de la expresión “nivel cultural”. La cultura, es el modo colectivo de vida y las costumbres de una comunidad humana. Por lo tanto es imposible establecer en eso niveles, salvo mediante una opinión subjetiva o de parte. Nadie puede elevarse sobre su propia cultura para juzgar un determinado nivel. Y además, eso no obsta para que existan personas, mas o menos cultivadas, que lo que hacen es recoger los frutos de esa cultura de la cual forman parte.
En cuanto a lo que explica sobre nuestro país, debo de matizar, en favor de la precisión y de la claridad, que lo que está a la deriva y en decadencia evidente, es la clase política, integrada por personas no elegidas de forma libre por la sociedad civil española y por lo tanto, aún formando parte de la materia o la substancia nacional, no es su esencia. La nación no puede ser representada por nadie y su existencia es objetiva; la nación no puede estar en decadencia, a la deriva o sin futuro, a pesar de que usted lo quiera considerar así. A partir de ella existen las diferentes personalidades individuales de sus nacionales, de las personas que pertenecen a la nación.
Me temo que usted confunde a la nación con el Estado. Esto resulta evidente en dos aspectos que usted aporta en su comentario: el primero es el de atribuir el declive a la nación y no al Estado y la clase política estatal, y el segundo es el de suponer un nivel cultural que habitualmente es algo que se arroga el Estado como facultad y por ello se ordenó la creación de un Ministerio de Cultura que permitiese imponer los disvalores y creaciones artificiales desde el propio Estado, con la pretensión aberrante e imposible de lograr una hegemonía cultural. Algo que de forma muy clara, forma parte de la ideología clásica del fascismo.
En el sentido de lo que he explicado, cabe destacar y poner de relieve como se ha ido imponiendo y extendiendo en la opinión publicada y finalmente pública, la expresión “tener acceso a la cultura”, produciendo así la sensación de que la cultura pudiera ser algo apartado, que alguien puede custodiar y por lo tanto dar o no acceso a ello. Esto es algo completamente falso y que procede de consideraciones ideológicas y que forman parte, sin ninguna duda, de las ambiciones de poder; del poder en el Estado.
“Si la libertad humana simplemente fuese un sentimiento, bastaría con despertarlo, provocarlo o fomentarlo, para que se manifestase en la vida pública y esto produjese sus correspondientes efectos.”, leo.
En consecuencia, “Si la FE humana EN CRISTO simplemente fuese un sentimiento, bastaría con despertarlo, provocarlo o fomentarlo, para que se manifestase en la vida pública y esto produjese sus correspondientes efectos.”
Pues no sé a qué esperan los Católicos… Algo no me encaja.
¿en consecuencia? ¿como es posible extraer esa consecuencia y cual el razonamiento? Por otra parte, lo que usted viene a negar es el fundamento de la libertad política colectiva como hecho de existencia que permite una Constitución. Si usted niega eso, es tanto como deducir que es imposible elegir separadamente a los poderes.
Si Ud. no aprecia la analogía formal del enunciado, “libertad” se sustituye por “fe en Cristo”, pues lo siento.
Lo de que “Ud. viene a negar es el…” va de broma.
¿Es posible que Ud desconozca lo que estas mismas páginas han publicado con mi firma, que no es otra cosa que el ENUNCIADO POSITIVO DEL CONCEPTO DE LIBERTAD POLÍTICA COLECTIVA?
Es evidente que sustituye las palabras, eso es algo que puede hacer cualquiera y del mismo modo utilizar cualquier otra. Lo que no tiene ningún sentido es su “en consecuencia” porque confunde y manipula, es falso.
Si usted está de broma y frivolizando, es otro asunto. Será que es usted un bromista entonces. Me alegra. El problema vendría si lo que trata es de confundir a los demás.
So, so, so,… pedazo de… ¡aprenda a leer!
La expresión “Lo de que “Ud. viene a negar es el…” va de broma.” le atribuye a Ud. el tono burlesco. ¡Que no se entera! ¡Que los vahos de su espesura mental le ofuscan!
He leído el artículo, no voy a entrar en consideraciones valorativas y sí que puedo decir que no existe ahí ningún enunciado positivo de la libertad política colectiva, algo que, por otra parte, ya ha realizado Antonio García-Trevijano en su obra y en sus conferencias.
Por otro lado ya he refutado su falaz deducción cuando utilizaba “En consecuencia” en su comentario. Creo que no hay nada mas que añadir, puesto que además, usted mismo reconoce ser un bromista.
Un saludo.
Sí, EN CONSECUENCIA.
Si el primer enunciado -suyo- es correcto, que supongo admitirá que lo es, el 2º, por analogía, lo será asimismo.
¿Cuál la sutil diferencia entre libertad y fe en Cristo, humanas ambas, como para que no se soporte la analogía?.
Si Ud. no llega a éso, que ya veo que no, huelga EN LO SUCESIVO, cualquier intento de discusión. Su falta de consistencia es abrumadoramente consistente.
Por cierto, para Alexis de Tocqueville, la diferencia era… nula
¿y cuando habla de “los católicos” a quienes se refiere? En España hay mas de 40 millones, entre creyentes y ateos.
¿En serio que Ud. desconoce a quienes me refiero?
¿Desconoce que lo Católico, como lo Protestante o lo Ortodoxo, en sus diversas variantes, es una interpretación de una doctrina común atribuida a un personaje ágrafo llamado Jesucristo?
¿Y también que en lo Católico se da una administración, que incluso se reconoce como Estado Vaticano, de esa interpretación? ¿Y que los católicos son aquellos que se reconocen miembros de esa dualidad interpretación/administración?
Le aportaré algo de un autor que le es muy caro: F Bastiat.
“… La ley… sobrevuela sobre una sociedad donde hay personas que saben [conocen] y otras que ignoran; ciudadanos que necesitan aprender y otros que están dispuestos a enseñar. Únicamente puede hacer dos cosas, una: o dejar que se realicen libremente este tipo de transacciones, dejar que se satisfagan libremente este tipo de necesidades, o bien obligar a las voluntades en este asunto y tomar de unos con lo que pagar a los profesores encargados de instruir gratuitamente a los demás. Pero no puede evitar que haya, en el segundo supuesto, atentado contra la Libertad y la Propiedad; Expolio legal.”
Ni que decir tiene que sé perfectamente en qué lado estoy. Y en cual está Ud.
¿Cómo es posible que usted deduzca de mis palabras o infiera que desconozco algo o no, si lo que he explicado no permite concluirlo así? ¿En serio no es capaz de ver que el hecho que he explicado no permite concluir conocimiento o desconocimiento de lo que dice?
Un monago que acude al catecismo del padre Ripalda para aducir a su favor, que se oculta tras una faz de cromo y bajo un seudónimo que evoca lo más sórdido de las sangrientas dictaduras de Anastasio Somoza, en la Nicaragua de los 70, y del general Manuel A, Noriega, en la Panamá de mediados de los 80, porque acaso oculte un aspecto espeso-podemita, con mata tan abundante como con patata tan ausente, que no es capaz de realizar una lectura comprensiva para saber que un enunciado es positivo si determina si a futuro un hecho será acorde, o no, con él, no merece hacerse un curriculum en el que ponga “y un día D. Fernando Caro “dialogó” conmigo”.
Encima no sabe que la condición esencial del “sapiens”, pura ironía refiriéndome a él, es la de ignorar, porque es mucho más lo que ignoramos que lo que conocemos…
Hala, llama a tu primo el de zumosol…!
¿o tal vez es que se divierte siendo, como antes dijo, un bromista? ¿es su afán el de discutir algo por el placer discutirlo o por fomentar la confusión? Porque cada vez se aleja mas del asunto, y como dije antes, lo que usted colige fue refutado.
¿son humanos únicamente aquellos que se reconocen como humanos o lo son aquellos que lo son? ¿uno es lo que es por formar parte de una cultura y unas tradiciones que le vienen dadas o pretende que eso depende de la elección de las personas? ¿es que acaso usted cree que puede elegir su propia identidad?
Bastiat al que conozco, he leído y respeto, era liberal. Yo no soy liberal. En Bastiat existe algún idealismo de la libertad, como lo hay en cualquier liberal. El liberalismo es una ideología y el principio de la libertad política colectiva no es ideológico, por eso el MCRC no es ideológico o defiende ninguna ideología.
Si entendemos libertad política como la posibilidad de participar en la ordenación racional de la vida colectiva ( poder optar a cargos públicos y poder elegirlos o deponerlos ), en España la hay, pero su ejercicio está reservado a unos pocos. Otra cosa es la libertad política colectiva: la posibilidad de participar todos libres e iguales. Y como dice Dalmacio Negro: “La única manera de igualar a los hombres consiste en hacer que todos sean libres”
En España no existe libertad política puesto que no existe representación política que permita expresar libremente el conflicto político. Ni tan siquiera los diputados de lista representan a quienes los designan, puesto que no actúan en el nombre de un ausente sino que obedecen, jerárquicamente, a alguien presente. Las leyes en España, todas nulas de pleno derecho según las propias leyes fundamentales de los partidos de 1978, son aprobadas mediante el mandato imperativo de unas pocas personas hacia sus empleados en una sala.
Lo que hay por lo tanto es una ordenación racional que responde a la razón del Estado. La razón del Estado determina la vida pública, siendo parte de lo público, administrando lo público, pero sin ser, él mismo, la totalidad de lo público.
La libertad política no obedece a ninguna ordenación racional, la ordenación racional corresponde al Estado y por eso en su mayor parte se compone de administración. Una administración que se estructura jerárquicamente y que por lo tanto jamás puede ser democrática. Es por esto que la expresión “Estado democrático” es algo imposible, un contrasentido.
Efectivamente Dalmacio Negro dice la verdad en esa frase, la igualdad posible, es la igualdad en la libertad, y para que eso se produzca, las reglas del ejercicio político deben de ser exactamente las mismas para cada individuo, cosa que en España no se da.
La relación entre los que mandan y los que obedecen es la que determina el orden político, que constituye el fin inmediato de la actividad política. Llamo libertad política a tener la capacidad de elegir y deponer a los que mandan (hoy en día en España, unos cuantos oligarcas). Y entiendo que la libertad política colectiva es el hecho de que esta capacidad recaiga en todo el cuerpo electoral. En todo lo demás estoy de acuerdo contigo Atanasio.
La libertad política colectiva es anterior a eso, de hecho es el fundamento de lo que explica. La libertad política colectiva es la causa constituyente o fundante de una Constitución. Y es la Constitución la que establece esas reglas para que posteriormente la fuerza, el poder para elegir o deponer, recaiga en todo el cuerpo electoral, por eso se llama “democracia”.
La libertad política colectiva es el hecho fundante, el fundamento de las libertades individuales; nadie es libre si no lo son todos los demás, si no son todos igualmente libres.
Muchas gracias.