Claro

Oscuro

Menos de una década fue suficiente para que la sociedad civil española, acatase la ficción impuesta por el consenso político. En poco mas de veinte años, desde 1978, se aniquiló el porvenir de la siderurgia, la industria naval, de las explotaciones agropecuarias, y especialmente la ganadería lechera, la industria pesquera, la electrónica y otros sectores. La corrupción que funda el pacto de la oligarquía en 1978, se instituye como factor de gobierno, y en el día de hoy, pudre e infecta a toda la sociedad española, es la causa de la mayor infamia nacional.

En estas circunstancias, no es difícil imaginar el motivo de los bozales y los confinamientos impuestos a la población.

Todos los regímenes de poder que en la historia ha habido, han tratado siempre de buscar su razón de ser, una causa justificada que esgrimir, una fuente de legitimidad en definitiva. Y si en lo que fue llamado el “ancien règime”, anterior a la revolución francesa, se tuvo la creencia del origen divino para explicar el mandato de los reyes, hoy se deposita en la superstición científica, para mantener un mito del poder, vigente. Nada nuevo en lo que concierne a la fabricación de legitimidades, para sostener a las potestades.

Aunque podría parecer razonable que después de mas de cuarenta años sometidos por el consenso político, por la mentira y por el saqueo sistemático perpetrado por todos los partidos estatales, los españoles se hubiesen percatado del efecto ponzoñoso de la falta de libertad, sin embargo no ha sido así. Ahora, la misma obediencia servil, adquirida durante las anteriores décadas de dictadura militar, continúa sustentando la degeneración de las instituciones que la compusieron.

Ya hablé, en alguno de mis escritos anteriores, de las revueltas acontecidas durante el reinado de Carlos II en España, donde fue popular, entre los indignados, la proclama “¡viva el rey, muera el mal gobierno!”. Por eso no es de extrañar, que en la misma España donde también se gritó “viva las caenas” para dar la bienvenida a la conocida como “la década ominosa”, se comiencen a escuchar de nuevo exclamaciones similares, fruto del miedo, el nerviosismo y la desesperanza.

¿Y donde podríamos hallar la esperanza entonces? podría preguntarse alguno. La respuesta, que acude a la mente de quien ya sabe lo que verdaderamente es la democracia, es inmediata: en la Libertad. En la libertad constituyente que arrase, rompa y destruya la barbarie causada por partidos políticos estatales, por las facciones de esta monarquía franquista, que mantiene a la vergüenza planeando sobre las cabezas de los españoles.

 

Y ahora corran… ¡corran todos a votar!

 

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