Claro

Oscuro

Todos tenemos claro el esfuerzo denodado de los sufridos súbditos de este país para repulir los cristales de la óptica con la que nos han obligado a contemplar los hechos tergiversados, polimutilados y cubiertos de horteras pegatinas desde la famosa transacción hasta hoy mismo, mismamente.

Por otro lado, podemos entender que haya quién, para su estabilidad emocional, no desee conocer otra versión de los hechos que aquella que reafirma sus personales impresiones sobre el mundo, su particular vivencia “cosmoagónica” del mundo y su reacia, firme e inflexible, disposición a mantenerse ad eternum en la mentira. Contra viento y marea.

Pero, no creo que se le escape a nadie, a estas alturas de la película, que las fuerzas estatales se han dedicado, derrochando nuestra propia energía, a deformar el verdadero guión de la Historia, a fondo, para dejarlo de rodillas a su servicio.

Está deformación de los hechos no ha quedado en una simple cuestión anecdótica de simple redacción o de sibilina deformación del lenguaje , sino que más bien ha consistido en un impresionante despliegue de medios variopintos y a todo color . Sutiles algunos, más descarados otros y absolutamente nefastos TODOS para la adormecida sociedad civil todavía desperezándose de su dictatorial y tradicional siesta Ibérica.

Mal fario nos trajo, pues de hecho se pasó de ley a ley a otra cama diseñada por la incipiente oligarquía en ciernes. Pero esta vez la amodorrada siesta ha sido sustituida por un coma profundo del que resulta difícil salir.

Podemos hacer patente, confirmar, sin ningún género de dudas, que el Estado de partidos consecuente, necesitó, cual luciérnaga, de la oscuridad de la noche, donde todos los gatos son pardos, para lucir su traje de falsos tejidos y que nadie se percate de su impúdica desnudez.

Allí, justo dónde los Partidos políticos se han instalado confortablemente, es dónde la corrupción institucional auto-perpetrada se encuentra elevada hasta lo mas sagrado. Allí justamente, donde los disparates son indiscutibles, radica el germen de la verdadera enfermedad que padecemos como nación.

Va siendo hora de reflexionar y afrontar los hechos en su verdadera dimensión y crudeza. Si queremos dejar de ser súbditos, si queremos iniciar una singladura como ciudadanos de pleno derecho, no podemos dejarnos someter. Un ciudadano no se reprime, no debe arrastrarse como una serpiente para jugar un papel sumergido y ser tan manipulador como aquellos que le esclavizan. Una vez ha sido corrompido queda anulado por la propia fuerza de su contradicción.

El ciudadano debe sacar el coraje tantas veces deba para adquirir el protagonismo y la responsabilidad que le corresponde. Debe enfrentarse a quien le denigra. Nunca se es más necio que cuando soportamos mudos los puñetazos de quién nos agrede impunemente y la emprendemos, sin embargo, a golpes contra aquellos que se esfuerzan en escucharnos y tratan de apreciar el valor de nuestras posiciones.

El repúblico que ama la libertad colectiva, tiene que perseguir con ahínco su propio destino. Debe desprenderse de esos complejos que lastran su acción liberadora. Una vez superadas las murallas opresoras con las que la oligarquía de partidos ha alambrado las fronteras hacia la libertad, debe reunir el valor necesario para caminar con paso firme, sin titubeos, con confianza, por la avenida de doble ancho por la que queremos que discurra nuestro futuro.

Por todo esto y más, es por lo que vale la pena la guerra pacífica que nos planteó Antonio García-Trevijano. Todas las voces son necesarias. Todos debemos incorporarnos a la lucha por la Libertad Política Colectiva. Es vital. Pues es el único camino que podrá darnos acceso al acontecimiento más pujante y transformador de todo cuanto suceda en este pedazo de historia que nos ha tocado vivir.

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