Claro
Oscuro
Tras larga agonía… feneció.
El gran buitre que ostentaba el cetro de poder absoluto en la sabana…por fin…la palmó.
Atrás quedaron sus gloriosísimas jornadas alternando entre carroñas y carroñeros.
Atrás quedaron sus conquistas…
riadas de sangre desparramada,
sobredosis de testosterona, espectaculares orgías…
El drama vida-muerte continúa. Supervivencia obliga. Y, obedeciendo órdenes instintivas, quizá motivadas por misteriosas fuerzas telúricas, como encantados por la magia del poder, acuden prestos a confirmar el hecho del fatal desenlace el resto de los componentes subordinados de la bandada.
Desde los más remotos rincones, los jefes de los distintos clanes desterrados, sin piedad, por el yacente macho alfa, acuden a comprobar la muerte del otrora gran jefe y ahora reducido a simple carne en putrefacción.
Aquellos buitres que antaño rendían pleitesía al gran macho se aproximan ansiosos.
Revolotean en lo alto, cerrando círculos. Con suaves maniobras de recelosa aproximación, quizá temiendo su resurrección.
Descienden temblorosos, poco a poco. Conforme se acercan va aumentando en intensidad el dulzón y penetrante aroma a carne maloliente . La promesa del cercano festín estimula la segregación copiosa de saliva para digerir las correosas y escasas carnes que se les ofrecían en dantesco espectáculo.
Con danzas grotescas y graznidos espeluznantes, miden sus fuerzas los comensales presentes en el banquete necrófilo.
Queda de esta esperpéntica manera definida la jerarquía y el reparto proporcional de los despojos fétidos.
De este festín obtendrán la energía necesaria para proceder al reparto territorial dónde continuarán la labor depredadora de la carne en corrupción que encuentren en sus cotos privados de caza.
Y ahora todos a votar…