Claro
Oscuro
A menudo, se suele caer en un error infantil: creer que en España hay “elecciones”. La realidad es bastante peor. Las elecciones se producen ANTES de las votaciones y en ellas no participa el pueblo gobernado. Después, en las votaciones, los súbditos RATIFICAN una lista de partido, una lista con nombres que otro ha hecho, pero en realidad no hay ninguna elección.
Muchos ilusos, por una simple cuestión de tranquilizar su conciencia, por la pereza que les produce luchar contra este régimen como sucedió durante la dictadura anterior (me refiero a la dictadura personal de Franco, anterior a la dictadura de los partidos, el franquismo actual basado en facciones estatales) tratan de calmar su frustración y se engañan cuando acuden a las urnas; el lugar donde muere su libertad política, donde renuncian expresamente a defender sus intereses para rubricar una lista y dejar así el asunto en otras manos. Votan para simplemente desentenderse y creen que después tienen derecho a indignarse. Al fin y al cabo, ellos ya cumplieron su parte del trato, hicieron el sacrificio: depositaron la lista.
Por desgracia, esta España hodierna es una sociedad de cobardes ilusos que esperan a que el maná les caiga de los cielos. Benito Mussolini, después de muerto, logró convencerlos: el cielo es el Estado y todo lo bueno, digno y maravilloso debe estar dentro de él. Y de esta forma, acostumbrados a cohabitar bajo la tutela del Estado proveedor, han olvidado lo que es vivir, han olvidado la sencillez de las cosas y lo natural de enfrentarse con el azaroso destino. Como no han conocido la libertad, únicamente piden mayor seguridad. Pobres soñadores… que fáciles son de manipular por el poder, por los que si deciden. “Montad un partido, que nosotros os lo financiamos” les dicen y así los siervos voluntarios siguen votando, alimentando la esperanza que los ciega y les impide ver la cruda realidad.
En España, decir la verdad se ha convertido en un acto revolucionario. Exponerla duele, no gusta oírla y tachan a quien la dice de soberbio, de prepotente, de creerse en posesión de la verdad, a pesar de que no haga otra cosa que señalarla. Es el resultado del postmodernismo que en España se ha convertido en ideología. “Toda opinión es respetable” dicen, confundiendo el orgullo con la soberbia.
Finalmente, en medio de este auténtico delirio colectivo, incluso los de Forocoches están creando su partido, pretenden acabar con la partidocracia fabricando nuevos partidos. Creo que van a llamarlo PCDV (Partido del Cambio Definitivo y Verdadero) o tal vez PEC (Partido del Extremo Centro) que parece ser algo mas del agrado de algunos españoles.
Vivir para ver, acabar con la oligarquía de partidos creando nuevas facciones o acabar con el islam haciéndose ayatollah.
Y ahora corran… corran todos a votar!
El movimiento del abstencionismo activo cae por sí sólo al no haber un porcentaje fijado de abstención en la Constitución que invalide unas elecciones. El Sr. García-Trevijano sostiene que un gobierno electo creado mediante un sistema de representantes de partidos políticos a los que sólo haya votado una minoría de la población se caería por sí sólo y bastaría con “quemar una papelera” para derrocarlo. Si esto es así, ¿por qué no ha sucedido ya? Siempre ha habido un porcentaje importante de abstención en las anteriores citas electorales llegando casi al 35% del censo electoral en las generales, sin embargo ni los sucesivos gobiernos, ni la población llamada al voto ha visto en ese porcentaje una preocupación o una razón para deslegitimar el resultado de unas elecciones. Es más, ni siquiera ese porcentaje de abstención ha conseguido apoyos proporcionales para reclamar la invalidez o revisión del sistema. Por otra parte, la abstención activa se diluye con la abstención inactiva. ¿Hasta qué punto es legítimo que la abstención activa acapare todo el porcentaje de abstención y cómo distinguir la abstención activa de la inactiva? No hay que olvidar que no sólo se abstiene el no votante convencido, sino también el que por dificultades, pereza o indiferencia no va a votar, pero que no por ello indica necesáriamente que vaya a apoyar o quiera que se derrumbe el sistema actual. Aún así, tomando todo el porcentaje de abstención como abstención activa, ¿cuál sería el siguiente paso lógico al abstencionismo activo una vez se llegue a un 90% de abstención? La toma del poder por la fuerza, porque los partidos políticos no se van a bajar del tiovivo sólo porque la población se lo pida educadamente, a la vista está. En esa situación, de no haber un movimiento secundado por la mayoría del pueblo alzado (que ahora mismo no está por la labor) que mediante la lucha fuerce a todo un gobierno, monarquía y sistema de partidos a deponer el poder, todo se quedaría en papel mojado.
Me temo que usted no comprende y por ello confunde los conceptos. En primer lugar España no tiene Constitución, por eso no se cumple. Lo que tiene es una carta otorgada o leyes fundamentales del reino, que está por debajo de los partidos, el régimen se basa en el consenso y en los pactos, no es sometido o enfrentado a ningún otro poder porque al no haber Constitución, no existe separación de poderes.
Por otra parte, habla usted de “invalidar las elecciones” (creyendo usted que tal cosa existe y confundiendo con votaciones que es lo que realmente hay). La legitimidad no se legisla, sería absurda tal cosa.
También se confunde usted cuando habla de “un sistema de representantes de partidos”. En España no hay un sistema, hay un régimen de poder, y esos a los que usted llama “representantes” representan efectivamente a sus jefes de partido, a su partido y al Estado, en ningún caso a los votantes.
Pregunta usted “¿hasta que punto es legítimo…?” cuando la legitimidad de algo no es un concepto subjetivo. La legitimidad se tiene o no, pero no depende de la voluntad de quienes detentan el poder tenerla, ni la pueden fabricar. La abstención pasiva, es igualmente deslegitimadora pero a diferencia de la activa, carece de un objetivo, de una finalidad y por ello no se promueve, no tiene propósito y no causa efectos medibles.
La conciencia que tome o no el pueblo dependerá siempre de esa abstención activa que representa, por si misma, la resistencia de la sociedad civil frente al poder de los partidos estatales. Conforme cobre fuerza esa abstención y la sociedad civil sea consciente del objetivo, alcanzarlo será mucho mas claro.
Podríamos decir que existen dos bandos enfrentados, el de los que sostienen el régimen con sus votos y lo legitiman, y la sociedad civil que, frente a ellos, se niega a participar porque no lo quiere. La abstención activa proporciona poder y hegemonía a la sociedad civil, en cambio el voto proporciona hegemonía al Estado y sus facciones. Es la servidumbre voluntaria de los que votan para no elegir nada, para acatar las listas de partido que otro hace la que permite que este régimen se perpetúe y evita que en España la forma de gobierno sea la democracia.
España será una oligarquía de los partidos, un régimen de partidos estatales mientras la mayoría apoye esa forma de gobierno y con ello legitime, como durante estos 39 años, que el poder se reparta entre una reducida oligarquía que, inevitablemente, produce corrupción porque eso se convierte en factor de gobierno y es lo que facilita la gobernabilidad.
No voy a entrar en discusiones estériles. Usted me dice que en España no hay una constitución ni un sistema de partidos, sino un régimen. En el fondo, tenga usted razón o no, son subjetividades que no dan peso ni viabilidad a lo que defiende. Ya sé que en España la élite del poder se salta las leyes como le da la real gana, pero pobres de nosotros, simples mortales y no tan mortales, si insinuamos tan sólo el infringir la ley. Por otra parte, no creo que usted sea tan ingenuo como para pensar que llamándoles “chorizos” a la cara repetidamente vayan a abandonar el poder y cedérselo a los ciudadanos.
El caso es que elude la cuestión principal y me intenta rebatir hechos con su opinión subjetiva de la situación, ignorando la realidad objetiva de que a los poderes del estado es inútil combatirlos solamente con palabras y no afronta como debe el dilema que le propongo. Por lo tanto, si tan equivocado y confundido estoy, respóndame usted a esto. ¿Cómo piensa usted que se debe derrocar el régimen una vez haya un 90% de abstención? Y no me diga “quemando una papelera”.
No, no son subjetividades, es un hecho. Es la pura descripción de un hecho que es objetivo y demostrable. Si las libertades no están GARANTIZADAS y no hay separación de los poderes, no hay Constitución. Para que exista una Constitución debe además constituirse un nuevo poder, uno que antes no existía ¿como puede ser un poder ya constituido ser a su vez constituyente? Simple, no puede.
La élite como usted dice no se “salta las leyes” simplemente le basta con hacer las leyes, nombrar a los jueces que las juzgan y hacerlas cumplir. Al no existir separación de los poderes, no existe control de ese poder único y por tanto, nada que se le oponga y se las haga cumplir.
En nigún momento he expuesto yo mi opinión. Como digo, hasta ahora me he limitado a exponer hechos objetivos que cualquiera puede comprobar. Existe además toda una ciencia constitucional fundada por Carl Schmitt con el que puede usted “discutir”.
La respuesta a lo que pregunta es bastante obvia, todo dependerá de la acción de esa sociedad que se abstiene una vez que un régimen es deslegitimado por la mayoría. ¿acaso cree que un régimen con ese nivel de apoyo es sostenible?
De cualquier modo la cuestión relevante es ¿por qué votaría usted en un régimen donde sabe positivamente que no existe control del poder, no está representado y donde no elige nada? La única respuesta a eso que soy capaz de concebir es la de la servidumbre voluntaria. Sirva o no sirva la abstención, es absurdo votar para someterse a sí mismo, para ser cómplice de la inevitable corrupción que un régimen basado en oligarquías dentro del Estado produce y para provocar cosas de las que luego algunos finjan indignarles. Entregar su libertad, a cambio de un amo que lo mantenga y al que ruega que golpee de forma mas suave, me parece humillante.
Por otro lado, si usted no conoce o no comprende la diferencia entre sistema y régimen, pues infórmese sobre ello. Yo no trato de convencerle de nada. Me limito a explicar hechos. No es lo mismo un sistema que un régimen. En España, al no existir Constitución todo está basado en el consenso y en pactos. Es eso lo único que permite la gobernabilidad, y es fácil de observar simplemente conociendo lo que sucede desde que, durante el gobierno de Zapatero, se rompe ese consenso.
La carta otorgada a la que hacen llamar “Constitución” no se ha cumplido ni un sólo día y eso demuestra que no es necesaria, que el poder está por encima de ella y que los partidos no están obligados a respetarla. Si existiese una Constitución eso sería imposible. Una Constitución no es algo opcional, si no se cumple uno sólo de sus artículos, deja de serlo. Es puro sentido común.
El problema es que como usted no sabe lo que es la separación de los poderes, ni para que sirve, cree que basta con escribir cualquier documento lleno de buenas intenciones en un despacho, prometerse a sí mismo que se cumplirá y después dar a eso el nombre de “Constitución”. Eso es ridículo. Franco o Hitler también tenían sus leyes fundamentales, también eran Estados de derecho, existía un ordenamiento jurídico y por lo tanto, actuaban de la misma forma que la ley fundamental del reino que hoy tenemos y que hacen llamar “Constitución”, no existe ninguna diferencia. Para usted basta que los creadores del documento le den ese nombre para creerlo porque no dispone de ningún criterio previo y objetivo que le permita comprobarlo. Por eso, como no sabe de lo que habla, todo le parece “opinión” cuando no lo es.
A la cuestión que plantea:
“Siempre ha habido un porcentaje importante de abstención en las anteriores citas electorales llegando casi al 35% del censo electoral en las generales, sin embargo ni los sucesivos gobiernos, ni la población llamada al voto ha visto en ese porcentaje una preocupación o una razón para deslegitimar el resultado de unas elecciones.”
el Ministro de asuntos exteriores, Margallo, en el vídeo que enlazo en el otro comentario, ya le ha contestado demostrando que tiene usted razón, HASTA AHORA no habían visto en eso un motivo de preocupación. El motivo es evidente, era un porcentaje que no era suficiente como para preocupar. La cosa cambia si ese porcentaje llegase a ser mayoritario ya que es previsible que dentro de ese porcentaje se encontrasen incluso miembros del ejército y de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
Le invito a usted ademas, ya que duda del poder deslegitimador de la abstención y cree que es algo subjetivo o que se basa en mi opinión, a que lea el artículo 79 de la ley fundamental española, ahí verá como el quórum es requerido en la aprobación de cualquier medida ¿adivina usted por qué?
Usted piérdase por donde quiera en sus entelequias de salón que apestan a puro y a coñac y no dan solución a nada, como siempre. Me dice, prepotentemente, que no sé que es esto ni lo otro, pero lo que usted seguro que no sabe es que en España últimamente por menos se han apalizado a los ciudadanos en las manifestaciones. ¿Es usted tan ingenuo y sumamente pueril de pensar que el estado no se servirá de las fuerzas de seguridad del estado para contener esa situación llegado el momento?. De lo que estoy seguro es que como en la mayoría de los casos, ustedes se quedarán escondidos debajo de la cama o escaparán en el primer avión mientras el pueblo les hace la guerra y les soluciona la papeleta. Todo boquilla. Y por cierto, al que le pica, ajos come.
No, no me gustan los puros. Tampoco fumo.
No soy prepotente, señalo algo obvio, si usted supiese lo que es la separación de poderes, no dudaría que España no es una democracia, porque sin que exista, es imposible que lo sea. ¿se siente usted frustrado al conocer la realidad del régimen en el que vive? Pues no me culpe a mi.
¿Las fuerzas y cuerpos de seguridad que están contra el Estado? ¿como piensan convencerles? ¿con golosinas?
Yo busco una revolución civil y pacífica. Es usted quien imagina cuestiones violentas. En cualquier caso, lo que no es capaz de explicar usted es para que quiere votar si no existe ni representación, ni separación de los poderes ¿también votaría usted en una dictadura para ver si haciéndolo cambia por arte de magia? ¿como espera usted cambiar nada votando? Seguirá sin elegir, seguirá ratificando listas y a no ser que usted sea quien hace esas listas, no estará eligiendo absolutamente nada.
Con respecto a la cobardía, no concibo mayor cobardía que la de aquellos que votan para después quejarse. Votan y después se indignan. Es propio de niños. Alimentar un régimen de poder que los somete y arruina, que ha llevado a España a la quiebra y aún quiere usted votar. ¿hasta cuando? ¿hasta que caigan agotados? ¿a votar, a votar, hasta enterrarlos en el mar?
¿por qué se repiten en España las votaciones? ¿por qué no hay aún un gobierno? ¿acaso es que los españoles no saben elegir? ¿por qué no eligen los españoles a su presidente y se acaba con esta farsa? Ah, vaya…. resulta que no pueden, porque lo eligen los diputados que previamente nombran los jefes de esos mismos partidos.
Y por cierto, la solución que busca, ya se la he dado, lo que sucede es que a usted no le parece lo suficientemente agradable y cómoda. Usted sueña con que al ratificar una lista, acudiendo a una urna cada cuatro años, se solucionen sus problemas y así pueda verlo en la tele desde su sofá….
¿Usted qué sabe lo que yo opino sobre los partidos políticos españoles o sobre si quiero votar o no? Yo he planteado una cuestión sobre lo que usted defiende y lo único que ha hecho ha sido llamarme ignorante y perderse por los cerros de Úbeda, reacción típica de un adoctrinado fanático, por lo que veo.
La filosofía política es como la física teórica o cualquier otra abstracción de la realidad. Está muy bien definir los estados de la materia pero no podemos ir por la calle petendiendo cambiar la realidad de la calle predicando nuestras maravillosas estructuras teóricas . Como con todo, hacen falta aplicaciones concretas derivadas de ellas que muestren su utilidad práctica para mejorar algún aspecto de la vida, y se supone que si son ciertas y describen mecanismos reales, podrán acabar haciéndolo en algún artilugio útil. A la mayoría de la gente palabras como “libertad” no le sirve mas allá de un estímulo subliminal para comprar refrescos o elegir unas vacaciones, así que imaginemos qué les puede sugerir “libertad política”. ¿Para qué narices servirá eso? Mientras no se materialicen utilidades perfectamente reconocibles, seguiremos en un debate académico desconectado de la gente que pretendemos ayudar. Mientras no haya un efuerzo pedagógico con cierto éxito, poco hay que hacer, además de sucumbir al peligroso narcisismo intelectual improductivo. Las verdaderas buenas ideas son las que cambian el mundo o pueden hacerlo y nunca lo serán mientras no lo logren.
La filosofía política es la base que permite desarrollar algo bastante mas interesante: la ciencia política. Mi pensamiento es, y ha sido siempre, científico, analítico, humilde y por ello, pegado a la realidad de los hechos empíricos y observables. No soy un soñador, o un iluso o persigo una utopía. Mi pensamiento es de base aristotélica y no platónica.
Es cierto que hablar simplemente de “libertad política” para quienes no poseen los conocimientos suficientes para comprenderla, puede resultar un concepto vago y difícil de comprender. Especialmente para quienes, como los españoles, no la han conocido ni experimentado jamás en toda su historia. Eso no quiere decir, sin embargo, que no exista y que no sea algo perfectamente real. Basta con hablar de la libertad de elegir a tu propio representante, entre todos aquellos ciudadanos que quieran libremente presentarse como candidatos para defender los intereses de un distrito o comunidad vecinal, para que cualquiera lo comprenda de forma natural. El pago de los diezmos en la época medieval (por ejemplo) producía esas estructuras mínimas de poder de forma casi espontánea.
Cuando habla de “esfuerzo pedagógico”, implícitamente está usted hablando de la existencia de una tutela previa y de la enseñanza de como ejercer la libertad. Sin embargo en la naturaleza, no sucede así. La libertad se aprende, como los niños aprenden a caminar, ejerciéndola. Tomándola.
Si la libertad política no existiese en ninguna parte del mundo, tal vez podría ser asumible lo que dice en su frase “Las verdaderas buenas ideas son las que cambian el mundo o pueden hacerlo y nunca lo serán mientras no lo logren”. La realidad contradice eso: en UK, Francia o EEUU existe libertad política, en una forma u otra, gracias a que existe representación política. Es decir, algo que convierte nuestro “sentirse identificado” en “estar representado”, algo que permite que se pase de un concepto vago y espiritual, subjetivo, a un hecho jurídico y objetivo.
El “esfuerzo pedagógico” consiste en concentrarse en transmitir ideas básicas sin las cuales nadie tendrá la necesidad de las soluciones que se ofrecen. Toda enseñanza es un entrenamiento para el ejercicio de la libertad en cuanto se indican direcciones a seguir para alcanzer una meta. Después el recorrido se hará autónomamente teniendo un mapa aproiado de la zona. Ahora existe un plano erróneo y un destino tramposo.
La gente no entiende por qué los partidos no representan sus intereses, tampoco que el Estado sea algo malo y no una fuente de bienestar y cobertura de diversos problemas de la sociedad. El concepto de “representante” está cubierto en cuanto se asumen las ideologías como base suficiente para cualquier acción política, y estos partidos cubren el espectro necesario. La cuestiones básicas son ¿qué intereses tengo que defender, ante quién, cómo y por qué ahora no están siendo defendidos? Las soluciones siempre van despues de las necesidades. Si la democracia auténtica es una solución para cuestiones que nunca resolverá este sucedáneo, ¿cuáles son esas cuestiones? So no somos capaces de definirlas, todo se quedará en un ejercicio intelectual tan bonito como inútil.
Este texto no va dirigido a cualquier persona. No todos los españoles podrán o querrán comprenderlo. Es más, de hecho, la inmensa mayoría de españoles ahora mismo no lo comprenden. No es a todos ellos a quienes me dirijo, sino únicamente a aquellos que pertenezcan a lo que Antonio García-Trevijano ha llamado “el tercio laocrático”. Es decir, ese tercio (aproximadamente) de la sociedad que se opone al régimen, que están dispuestos a ejercer su ciudadanía y a actuar políticamente y con determinación contra él. Contra los intereses del stablishment actual, lo que en términos de la revolución francesa podríamos llamar el “ancien régime“. La parte del pueblo gobernado que es activa y puede tomar verdadera consciencia de la realidad.
Anastasio, describes perfectamente la farsa politica de este país pero la cuestión es, y ahí estoy de acuerdo con “hombre de paja”, que la abstención me parece una vía inútil para el cambio. Por supuesto mucho menos votar a algún partido pero el punto crítico de todo esto está en lo que quiera la gente. La mayoría de la abstención es pura desafeccción porque si fuese activa ¿no crees que habría sufiente porcentaje para haber tumbado al R78 hace muchos lustros? Es la triste realidad que veo de difícil digestión en el entorno de MCRC. ¿Que hacer para cambiar esto? Yo creo que solo es posible con pedagogía que convenza a cada vez más gente de que sus intereses salen ganando en un sistema de libertades políticas auténticas. ¿En que consistiría su ganancia? Eso es lo que habría que desarrollar.
Si usted dice “me parece una vía inútil” es porque aún no ha comprendido completamente la situación real y no conoce con profundidad las ideas y conceptos que defendemos en el MCRC. No se trata de lo que a usted o a mi o a cualquiera “nos parezca”, no es la expresión de una opinión o un deseo, la abstención es el resultado de conocer, de forma indudable, con rigor científico y empírico, que no existe absolutamente ninguna otra vía para lograr la democracia como forma de gobierno que esa. No es una premisa accidental, caprichosa o incluso estratégica, no. Es algo que uno concluye cuando conoce el fundamento profundo de cualquier régimen basado en partidos estatales.
Por lo tanto, el tiempo que se tarde o no, ni siquiera es importante. A mi me da exactamente igual si logro el objetivo que persigo o si no llego a verlo jamás en mi vida. No se trata de eso. Se trata de ser uno honesto consigo mismo y dejar de perseguir una ficción. Cuando uno ya ha visto el final del camino hacia donde conduce esto, es imposible autoengañarse y seguir avanzando por él como si no pasara nada. Yo ya no podría votar ni aunque quisiera. Me produciría nauseas, enfermaría, sería algo tan monstruoso que simplemente me veo incapaz de vivir así. Uno no puede vivir participando en algo que es mentira y tampoco haciendo como si no lo supiera y callando.
Si no lo veo yo, lo verán mis descendientes, pero en cualquier caso, yo habré cumplido con mi deber. Habré sido leal y honesto, tendré la tranquilidad de conciencia de saber que hice lo que debía, porque eso es acorde con la naturaleza, con el universo, con la realidad.