Claro
Oscuro
Pese a la idea de Carrillo de cambiar el orden de mis gestiones, para dar entrada al PC en el organismo unitario antes de que se lo propusiera a Gil Robles y Pablo Castellano, yo seguí empeñado en lograr previamente la integración de los partidos regionales. Conseguido el acuerdo con los partidos de las nacionalidades, diferenciadas porque tenían derecho a recuperar los Estatutos suprimidos por las armas (PNV, Esquerra Republicana, Asamblea de Cataluña, partidos gallegos y PSUC, que Carrillo se había encargado de invitar), me parecía indispensable -para una acción que se propusiese movilizar las masas ciudadanas y conquistar la hegemonía en la sociedad- que la poca militancia en los partidos centrales, y la ausencia en ellos de voluntad de acción, fuera suplida con el dinamismo de los nuevos partidos que pretendían levantar un poder regional, contra un poder central que aumentaba la desigualdad en la distribución regional de la renta nacional. Los votos de estos partidos impedirían además que el PCE pudiera controlar al organismo unitario.
Por esas razones tácticas, antes de invitar a Tierno y Ruiz Giménez, me dieron su conformidad Alejandro Rojas Marcos y José Joaquín Díaz de Aguilar. El acierto de esta táctica lo prueba el hecho de que éste, integrado conmigo en el grupo independiente, lograra integrar en la Junta de Canarias a toda la oposición, incluidos el PSOE y la democracia cristiana. El mérito político de José Joaquín ha sido, al fin, reconocido tras su muerte. Las Palmas, ha puesto su nombre a una plaza en el centro de la noble ciudad. Era un hombre valiente cuya bondad natural imprimió sello a su personalidad política, y le permitió trabar amistad íntima con hombres tan dispares de temperamento y carácter como Rafael Calvo Serer, Ruiz Giménez o yo mismo.
La personalidad de Alejandro Rojas Marcos, como la de todas las personas que llegan a ocupar cargos políticos de importancia, no coincide con la que se desprende de su imagen pública. Todo el mundo reconoce su honestidad y capacidad de trabajo. Pero no es cierto que sea un maniobrero táctico sin principios de estrategia idealista. Cometió un error en aquel montaje con Suárez sobre la autonomía de Andalucía. Y el PSOE lo aprovechó para desfigurar su imagen personal y apropiarse con cínico oportunismo infantil de su política. La historia reconocerá, por la fuerza de los hechos indiscutibles, que la entidad política de Andalucía, tal como hoy está concebida, para bien o para mal, salió de las ideas que agrupó, en torno a Rojas Marcos, a hombres tan valiosos para el pensamiento ideológico y la acción subversiva de la dictadura, como José María Aumente, Luis Uruñela y Miguel Ángel Arredonda. Es mi amigo íntimo y lo conozco muy bien. Las cualidades que yo apreciaba más para elegir a las personalidades de la Junta -valor personal, coherencia política, discreción, lealtad y entusiasmo por la libertad- las reunía todas Alejandro Rojas Marcos.
Las acciones más peligrosas de la Junta se las encomendaba a él. Por ejemplo, la organización de su presentación clandestina en Madrid, el mismo día que Carrillo y Calvo lo hacían sin peligro en París. Frente a Rojas Marcos tengo un sentimiento de culpa. Él nunca falló a la Junta y yo a él, sí. Acepté, contra mis principios morales. el veto que puso el PSOE al PSA, para estar en la Platajunta como los demás partidos integrados en la Junta. Pronto comprendí que ninguna razón política lo justificaba. Era mil veces preferible que la fusión no se produjera, o que el grupo independiente abandonara el organismo unitario, antes que consentir aquel abominable chantaje del PSOE. Nunca me perdonaré, aunque lo pueda explicar por causas objetivas, ese único error moral de mi vida política.
LA RAZÓN. LUNES 28 DE AGOSTO DE 2000
Blog de Antonio García-Trevijano