Claro
Oscuro
Mis opiniones sobre el terrorismo de ETA no pretenden ser profundas ni originales. Están basadas en lo que todo el mundo piensa y nadie se atreve a decir. Todo lo que se ha dicho en más de treinta años sobre ETA ha sido conscientemente alejado de la verdad. Todos han decidido mentir por sistema porque todos han preferido creer que difundir la verdad, y discrepar de los Gobiernos, sería peor que propalar consignas como en casos de guerra. Sólo la compasión por los familiares de las víctimas limitará mi libertad de expresión contra la falsedad de esta creencia, creada por la dictadura y continuada por los Gobiernos de la Transición, para consumo de la imbecilidad de las masas gobernadas, y que sólo favorece a ETA.
Consigna para propagar la creencia de que cada Gobierno está a punto de lograr el fin de ETA, que lleva así un cuarto de siglo dando sus últimos coletazos sangrientos.
Consigna para hacernos creer que no hay método mejor para combatir el terrorismo que el seguido a trompicones de apresamientos y negociaciones de tregua por cada Gobierno. Consigna para que la discrepancia de la acción gubernamental antiterrorista sea considerada por la opinión como crimen de colaboración o simpatía con ETA. Consigna para excluir del bloque constitucional a los partidos que se aparten de la línea antiterrorista definida por el Gobierno de turno. Consigna para hacer del terrorismo asunto de Estado, como pretende ETA. Consigna para elevar el terrorismo a problema capital de España, reflejado en las encuestas, como quiere ETA. Consigna para magnificar los atentados terroristas hasta el paroxismo histérico de las masas, como desea ETA. Consigna para que la oposición y la prensa den carta blanca a los Gobiernos y lo apoyen incondicionalmente, como harían en caso de guerra, que es exactamente lo que pretende ETA. No se acepta la declaración del estado de guerra que hace unilateralmente ETA, para no mandar al ejército a combatir comandos ocultos, pero se piensa, actúa y siente como si estuviéramos en estado moral de guerra.
Consigna para disimular el fracaso de los gobiernos en materia de seguridad ciudadana. Consigna para echar sobre la sociedad el peso de la política antiterrorista. Consigna para culpabilizar a otros países de la propia impotencia. Consigna para confundir el nacionalismo vasco con el terrorismo. Consigna para hacer de ETA ¬pequeña organización terrorista que asesina, secuestra y extorsiona, con la única finalidad y la única mira de obtener la independencia del País Vasco, como fruto madurado por la desmoralización de una opinión manejada por los medios informativos, y caída por las violentas y repetidas sacudidas al árbol español¬ nada menos que una gran potencia ideológica y militar capaz de atentar, como si esto fuera posible, contra las libertades políticas de la sociedad española, y de doblegar la resistencia del Estado, confundiéndola con la de los Gobiernos. Consigna, en fin, de que los partidos y los medios consideren la política antiterrorista del Gobierno como algo sagrado.
Ante este desolador panorama, la pregunta pertinente no es por qué dura tantísimo tiempo ETA, sino por qué tarda tanto en triunfar frente a adversarios de gran pacotilla empresarial, pero obtusos de inteligencia, débiles de carácter, oportunistas de opinión, desespañolizados de ideales y soberbios de ambición. No me refiero, como es obvio, a los partidos y gobiernos. Ellos seguirán los cambios en la opinión dominante. Y ETA sabe que el fruto maduro sólo puede caer, no por sus golpes directos contra el árbol estatal, sino por el vendaval de los «liberalísimos», que no se oponen a una independencia salida de las urnas vascas, cuando su número domine los medios fabricantes de opinión. Pero ETA no es eficiente. Con tanta sangre, hasta ahora sólo ha creado dos «liberalísimos» de peso en la opinión.
LA RAZÓN. LUNES 16 DE JULIO DE 2001