Claro
Oscuro
La inmensa mayoría de españoles no soporta que un político diga lo que piensa, que hable en público igual que en privado. Ya le pasó a Pedro Sánchez cuando dijo que la fiscalía dependía del Gobierno. Todos los españoles saben que Jose Luis Ábalos está en el Estado desde hace décadas y que no hay independencia judicial, pero exigen que en público se mantenga la ficción de la que les han hecho partícipes.
Pablo Iglesias y Santiago Abascal lo han mamado desde pequeños y saben que hay que ir adaptando el tono y el discurso conforme trepas en el Estado. Saben que hay que hablar COMO SI hubiera democracia, COMO SI los políticos fueran elegidos por los gobernados, COMO SI hubiera separación entre el poder legislativo y ejecutivo, etc.
Así se comprende que no soporten a Donald Trump, hablando de la misma manera como candidato y como Presidente, más allá de que pueda ser un maleducado y un grosero. A ése lo eligieron los estadounidenses, que pensarían que su Presidente ha enloquecido si le escucharan decir que a él no le echa nadie.
Aquí tenemos a chulos del Estado tan conscientes del pobre criterio de los españoles, de la nula oposición que tiene el Estado y de la ausencia de sociedad civil, que se pueden permitir escupirles de vez en cuando, para que se remuevan como peces en la red.