Claro
Oscuro
Las reformas estatales no parecen topar con dificultades para modificar de repente los hábitos políticos. Tal opinión se encuentra en casi todas las introducciones a los tratados de derecho público. Pero el mero cambio de las leyes políticas no lleva consigo el de los modos de concebir el poder y practicarlo, salvo que vaya acompañado o proseguido de una revisión de las bases culturales del Régimen derogado. El éxito de la Reforma Política impidió aquí tal cosa.
Si el proceso de revisión se produce en la Sociedad antes de que cambien las leyes políticas, y éstas son consecuencia de aquél, entonces, y sólo entonces, tiene lugar el tipo de transición que llamé «ruptura democrática», por similitud con la ruptura de los paradigmas científicos de Khun. Acuñé y divulgué esta expresión (no la de «salto democrático», como me sugería la transición del estadio ético al religioso en Kierkegaard) para acentuar el tono revisionario de la oposición al franquismo sociológico. La idea de Ruptura democrática implicaba la del modo pacífico de hacerla y la de un Sistema de poder que superase los propósitos solamente revisionistas del franquismo político.
Triunfaron los revisionistas del Régimen y los revisionistas de la oposición, o sea, los simples revisores del modo dictador de mandar en el Estado. Por eso convergieron en un consenso de no revisión del pasado cultural, mediante un pacto de silencio que posibilitó el reparto de los poderes estatales y la conservación de los rangos sociales según los criterios de la dictadura. Y fracasó el revisionarismo del sistema de relevancias impuesto por el modo de prevalecer la dictadura en la Sociedad. Favoritismo cultural de lo mediocre, que aún prevalece. Estructura comercial de la literatura. Premio al demérito. Miedo a la inteligencia.
Salvo en LA RAZÓN, la cultura crítica propia de la libertad de pensamiento está excluida de los medios informativos. La libertad de expresión sólo ampara a la variedad de estilos que manifiesta el pensamiento único de la política, y al marco de relevancias culturales en la Sociedad del Estado de partidos.Tan exótica es en ella esta página, como la irrupción de la «Fiera Literaria». La libertad de crítica al consenso reverente de las relevancias consagradas era desconocida en España desde la Guerra Civil. No sabemos aún si esta crítica destructiva (si no lo fuera no sería crítica) obedece a un mero propósito revisionista de los rangos inmerecidos, que sólo tienen valor ostensible, o a una voluntad revisionaria de los falsos valores del sistema de relevancias.
Con la reforma pactada del Régimen, triunfaron los heterodoxos de la dictadura y de la oposición. Los desviacionistas de su doctrina anterior. Los renegados de su pasado político. Los perjuros de sus compromisos públicos. Los liquidadores de los ideales que animaron sus vidas de poder o de oposición. Los engañadores de sus partidarios. Los revisionistas que podemos llamar propiamente neofranquistas, como se llamó neomarxista al socialismo occidental que siguió el revisionismo de Bernstein.
El fracaso de la Ruptura supuso el naufragio de la libertad cultural. La libertad política exigía no sólo una Constitución de la democracia formal, sino además una revisión correctora de los falsos valores culturales que habían sostenido tanto tiempo a la dictadura. Los rupturistas éramos pues revisionarios porque queríamos mejorar la estructura del pensamiento social acerca del mundo político y cultural, sin limitarnos a un cambio de fachada.
Frente al revisionismo de la Reforma, la Ruptura seguía tácticas políticas sometidas a una estrategia revisionaria del sistema cultural. Revisionaria como en la metafísica cartesiana respecto a la escolástica o en la marxista ante la hegeliana. La «Fiera Literaria», ¿es revisionista o revisionaria?
LA RAZÓN. JUEVES 18 DE ENERO DE 2001